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—¿Qué sugieres que hagamos? — inquirió Harald

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—¿Qué sugieres que hagamos? — inquirió Harald.

—Que hagamos lo obvio— dijo Ragnar—. Tratar de navegar más allá del fuerte, río arriba. Pero no sin protegernos la cabeza mientras avanzamos.

—¿No es eso lo que tu hermano espera que hagamos? — dudó Halfdan. Aún no entendían la forma de pensar del rey.

—Sí, pero lo que no se espera es que ataquemos por tierra también— dijo Ragnar sin verlos—. Con los barcos, enviaremos un grupo a pie al fuerte más cercano. Ellos combatirán a los arqueros y los distraerán para que no ataquen a los barcos. ¿Sí?

—Creo que los barcos tienen más oportunidad sin el obstáculo de los arqueros— dijo Lagertha.

—¿Alguna objeción? — dudó Eyra.

—Yo encabezaré el grupo a pie— dijo Lagertha.

—Entonces atacaremos mañana— dijo Bjorn.

—¡Sí! — se escuchó un grito unísono.

—Al menos, dejen que nuestro barco sea el primero que pase— dijo Harald.

—¿Y tú qué? Te has vuelto blanda, ahora no alegaste.

—Cállate— sonrió dándole un zape—. Ahora que estás enamorado de Torvi, tú también.

—Yo no he hecho locuras.

—Fuiste por ella luego de ganarle a un oso con tus propias manos.

—Y tú te casaste casi después de conocerlo, estamos a mano.

—Él no es el problema, si es lo que te preocupa, sino su ambicioso hermano.

—Lo vi.

—Iré a afilar mis armas, nos vemos después— este le besó la mejilla antes de ella alejarse.

Luego de unos cuantos gritos de guerra, tomaron los escudos. Kaira no estaba acostumbrada a combatir con uno, así que Viggo la protegería, aún no la había visto en batalla, así que no entendía la risa de Eyra y Elin. La princesa abrazó a su esposo y aceptó el escudo—. Quisiera ser yo quien mate a Rollo, pero esa es pelea de mi padre.

—Pero lo acompaña la princesa— señaló Elin.

—Tengo algo pendiente— sonrió Eyra.

—La última vez, Eyra casi la derriba de la torre— dijo Elin.

—Fuimos las únicas en subir— presumió Eyra.

—Esta vez no te alejarás de mí— la apretó más contra sí.

—¡Remen con más fuerza! — gritó Eyra, acostumbrada a liderar, así que Viggo reforzó la orden.

—¡Escudos! — exclamó Harald.

—Son muchos— dijo Kaira.

—Mantente abajo— dijo Viggo.

—¿Dónde está tu madre? — inquirió Kaira.

—Ya deberían haber llegado— dijo Elin. El momento de tención crecía a cada momento.

—¡Alto! — gritó Harald—. Retrocedan, todo a estribor.

—¡Den la vuelta! — gritó Halfdan.

Pero el barco se volcó y con él toda su tripulación. Eyra pataleaba para alcanzar a su doncella y Halfdan para alcanzarla a ella. La princesa escuchaba a su hermano gritar por ella, pero no tenía la fuerza para nadar y contestarle al mismo tiempo. Comenzaron a dispararles municiones grandes, bañadas en el aceite con que los hicieron arder hace un año. Nadaron lo más rápido que pudieron y Bjorn bajó por su hermana para verificar que no estuviera herida. Ambos se abrzaron y se apresuraron a subir al resto. Los huesos calaban por tanta agua y sus dientes tiritaban. Halfdan abrazó a Eyra en cuanto espabiló y esta asentía con la cabeza a modo de respuesta.

—¿Creíste que nos iríamos sin ti? — sonrió Kaira y Floki la abrazó. Era una victoria que sobrevivieran en su mayoría.

—¡Escudos! — gritaron Bjorn y Eyra.

—¡Sigan ayudando! — exclamó Bjorn.

—¡Ragnar! — lo llamó su hija.

—¡Eleven los escudos! — ordenó Viggo a los suyos.

—Conque así es como me pagas. ¡Cuando todos te querían muerto, yo te mantuve con vida! Me lastimas, hermano. ¿Así es como recompensas mi amor?

—¡Remen! — gritó Bjorn.

—Ya siéntate— lo empujó al suelo—. Sabías que era un perro traidor, porque actuaba así a la mínima oportunidad, ¡porque está cansado de vivir por debajo de ti! Pero jamás luchó por formarse su propio camino. ¡Padre! Reacciona, tenemos muchas bajas, debemos volver.

—¿Y tú? ¿No te molesta estar a su sombra? — señaló con la mirada a su hijo.

—No puedes talar el árbol, sino aprovecharlo.

El fin de la Era DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora