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—¿Podrías explicarte?

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—¿Podrías explicarte?

—¿Qué haces aquí?

—¿Por qué no querías verme?

—No es que no quisiera verte— comenzó a caminar.

—¿Entonces?

—Me preocupa tu salud.

—Mi deber es estar a tu lado.

—Pero estuviste meses en una celda y no sé si te alimentaban, estás enferma.

—¿No te alegra verme?

—Ni te lo imaginas— por fin se plantó delante suyo, ella se ablanzó sobre su cuello.

—Nunca vuelvas a hacerme eso, ¿entendiste?

—Jamás— selló sus labios con los de ella.

—¿Ya terminaron?

—Bjorn, hermano— Halfdan lo abrazó—. Las fuerzas están a tu disposición, tú organízalos, conoces mejor a Ivar que yo, aunque tengo los mismos deseos de matarlo que tú.

—Podríamos proteger primero la costa antes de comenzar a fortificar el bosque.

—Manos a la obra.

—Debo ir a organizar las tareas.

—No— la frenó su hermano—. Te permití viajar pero debes descansar.

—Se nota que son amigos— entrecerró los ojos antes de ver a cada uno.

—Mi señor— entró Daven.

—¿Sí? — inquirieron ambos reyes.

—Es Gunhild— suspiró.

—Ve— lo alentó Halfdan y retuvo a su esposa—. Ya no te corresponde.

—Es mi amiga.

—Es un momento de ellos dos, uno que no hemos tenido.

—Sé que prometí...

—No estoy molesto, tranquila, solo me preocupas y lo sabes.

—Solo no me vuelvas a dejar.

—Jamás, lo prometo por mi anillo sagrado.

—No necesita ser tan solemne— derramó un par de lágrimas.

—Aún así, lo mereces— dijo mientras la abrazaba.

***

—Ven aquí, no es necesario que lo digas— Eyra la atrajo hacia sí y la abrazó, nadie hablaba de la pérdida de la reina, pero ella la entendía, le había pasado dos veces—. Es algo que siempre te va a pesar, pero te repondrás de esta.

—¿Cómo te reponmes de algo así?

—Solo aprendes a avanzar.

—¿Qué dijo tu esposo?

—Espera que me mejore.

—Duele.

—Lo hará toda la vida, abraza ese dolor y hazlo tuyo porque algún día vendrán cosas mejores.

***

—¿Estamos listos? — dudó Halfdan.

—Veré las otras defensas— dijo Bjorn.

—Veo algo— dijo Viggo.

—Tal vez sea el rey Hakon u otro aliado— dijo Bjorn.

—No— dijo Halfdan—. Eso es todo.

—Volveremos a vernos, esposo— dijo Gunhild tras besarlo. Los cuernos sonaron.

—A sus posiciones— ordenó Eyra.

—Cuídala— ordenó a Kaira y esta asintió.

Todos de pie, esperando la llegada de los barcos, se plantó a lado de su hermano, jamás huía de una batalla y esta no sería la primera vez. No solo eran sus intereses, también los propios, ahora era la mujer más poderosa de Noruega y no quería ser reina de la nada. En la playa era más peligroso, pero ahí estaban Eyra y sus hijos, junto a Einar, al igual que Kaira. Viggo y Sigvold seguían protegiendo a su señor. La reina le dio la razón a Bjorn, estaban haciendo justo lo que habían planeado. Los dioses los reunieron de nuevo: Bjorn, Ivar y Eyra; quizá pronto saldaría la deuda de Inglaterra, con la esperanza de que si no lo mataba ella, lo hiciese su esposo.

Bjorn ordenaba a los arqueros disparar sin descanso. Halfdan demostraba ser buen líder al pelear a la cabeza, al frente de su gente. Pronto anclaron los caballos a las estacas que habían puesto por toda la playa. Así que Eyra les ordenaba seguir peleando, no eran el primer frente, pero debía alentar a su gente. Kaira se desesperó y avanzó para pelear a lado de su marido, ella nunca esperaba a la batalla, siempre salía a buscarla. Thorun y Aren habían marchado a cubrir otro flanco junto a Gunhild y otro ejército. Enseguida lanzaron las grandes esferas con picos y espadas, cuando hubieron caído, les lanzaron flechas en llamas para que ardieran.

Halfdan lideraba la pelea con la espada de su hermano, se volvió despiadado por tantas razones, quería venganza, quería derrotarlos, sentía tanta impotencia. Bjorn y Eyra entraron en combate, defendían los primeros asentamientos con su familia cerca. Ambos proclamaron que por fin ganarían al lisiado porque era su destino. Eyra estaba orgullosa de la respuesta que obtenían en batalla, los superaban en número y aún así sabían plantarse ante el enemigo. Por primera vez, Eyra no podía con el peso de un escudo, así que peleaba con ambas espadas.

Halfdan había caído herido y la corona cayó de sus sienes. Bjorn y Eyra no se separaban. Vio a Ivar acercarse, así que ella se le plantó enfrente para tratar de derribarlo, le pudo quitar la muleta, pero no fue suficiente, Daven se apresuró a tirar a su madre y ponerse en medio, Ivar le revanó el torso y cayó sin vida sobre su madre. Eyra trató de moverse, de quitárselo de encima y no fue suficiente, vio cómo el Deshuesado lo atravesaba en el estómago y su hermano caía. Gritó hasta desgarrarse la garganta.

El fin de la Era DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora