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Ragnar abrió la puerta y la primera en entrar fue su madre, Rollo se apresuró a recibirla, nadie esperaba verla ahí, pero no dejaba ser esa mujer admirable que ayudaba a cualquiera que lo necesitase

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Ragnar abrió la puerta y la primera en entrar fue su madre, Rollo se apresuró a recibirla, nadie esperaba verla ahí, pero no dejaba ser esa mujer admirable que ayudaba a cualquiera que lo necesitase. No había cambiado nada, su semblante se veía cansado pero en paz. Eyra sonrió ante la escena, seguro se contentó con los dioses. Su tío también se emocionó al verlo entrar, todos los que tenían fe en que se convirtiera en un gran hombre, veían sus expectativas cumplidas. Luego entró la rubia, con mirada analítica, Rollo le besó la mano antes de estrecharla entre sus brazos.

—¡Eyra!

—¡Floki! — este la elevó del suelo festejando tenerla de vuelta—. Los dioses han sabido moldearte.

—Y tú sigues tan chiflado como te recuerdo... Helga, querida— ambas se envolvieron en un abrazo.

—Te he echado tanto de menos, niña.

—Y yo a ti— le sonrió.

—Eyra— llamó Bjorn.

—Princesa— reverenció a su madrastra—. Es un bebé hermoso.

—Basta de cumplidos, es hora de un plan— dijo Ragnar, todos se congregaron a la mesa.

—¿Y bien? — inquirió Kaira.

—Incluso con sus fuerzas, no podemos atacar Kattegat y esperar a ganar. El Jarl Borg está bien arraigado.

—¿Qué proponen? — inquirió Lagertha.

—Queremos sacar al Jarl del Kattegat— dijo Rollo—. No tiene idea de que nos hemos rearmado.

—¿Y qué lo haría salir de Kattegat donde puede pasar el invierno tranquilo? — inquirió Eyra.

—Lo único que pondría en riesgo su existencia ahí— afirmó su tío.

—¿Y qué sería eso? — dudó Floki.

—La comida— dijo Rollo—. Algunos iremos al pueblo y destruiremos las provisiones de invierno.

—Yo lo haré, yo iré— dijo Floki.

—Voy a necesitar que me guíes— dijo Sigrid.

—No, mi hijo y yo iremos— dijo Ragnar—. Solo necesitamos algunos hombres.

***

—Por fin vamos a una pelea de verdad— dijo Inga.

—Se nota que estás emocionada— sonrió Brenda.

—¿Cómo no estarlo? Cumplimos la voluntad de los dioses— dijo Inga.

—Atentas, muchachas— dijo Elin.

—No se separen— dijo Eyra, en eso Floki sonó el cuerno.

Todos salieron de su escondite. El Jarl Borg pensaba que podría con todos, pero los recién llegados sabían presentar batalla. El Jarl solo gritaba órdenes y no entraba en batalla, qué desleal. Las amigas no se alejaron entre sí, Eyra adelantaba para ir a la par que su hermano, sin dejarlas atrás. Su padre los alentaba a seguir, persistir. El enemigo retrocedió y corrió para tirarlos con su muro de escudo, Bjorn cayó y sus padres se unieron para protegerlo hasta que se pusiera de pie. Eyra perdió el escudo con prontitud, así que se concentró en atacar con la espada ganándose el mínimo de raspones. Kaira avanzaba sin escudo, solo con sus dos hachas, abriéndose paso en la batalla. A punto de su padre llegar, el Jarl ordenó retirada.

—No las quiero jugando— ordenó Sigrid.

—Sí, señora— corearon las cuatro.

—¿Están bien? — se acercó Kaira.

—Sí— balbucearon mientras recuperaban el aliento

—Pelearon bien, pero deben seguir practicando.

***

Al entrar en Kattegat, no solo el gran Ragnar Lothbrock fue aclamado, también su madre Lagertha. Eyra se sentía como en casa, viendo que trataban a su madre con la dignidad y el respeto que merecía. Las cuatro seguían a Kaira, un poco atrás de Lagertha. Bjorn le dedicó una mirada a su hermana y ambos sonrieron, en teoría estaban en casa, aunque no muchos los recordaran. Avanzaron con orgullo hacia la ciudad. Las cosas volvían a su cause, el Jarl había marchado de allí. Ahora tocaba hacer un sacrificio a los dioses, en agradecimiento por ayudarles a conseguir la victoria.

—¡Alto!

—¿Padre?

—Ve— lo incitó su hermana.

—En presencia de los dioses y en su honor, ofrezco este sacrificio— dijo antes de dar el hachazo. Eyra fue la primera en servirse de esa sangre.

El fin de la Era DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora