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Pronto llegaron las naves del rey Horik

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Pronto llegaron las naves del rey Horik. Aslaug ordenó a Siggy que se llevara a los niños de ahí para que no los encontraran. Eyra sabía que su padre había marchado al bosque con Athelstan y en teoría, la ciudad no estaría protegida. Fue Kaira quien les advirtió que estaban atacando Kattegat, el luto no fue impedimento, ella y Brenda fueron las primeras en responder al ataque mientras las demás corrían por sus armas, no había tiempo de ponerse la armadura. Lagertha llegó por su hija, estaban listas. Su madre fue por la esposa del rey Horik.

Erlendur no se despegaba de su padre, así que Inga le tendió una trampa para separarlo de su padre y entre ella y Eyra se enfrentaron al joven príncipe logrando herirlo en el combate. Pronto fueron por su madre, pues Ragnar ordenó su retirada. Brenda y Elin se unieron a la emboscada que Floki y Sigrid prepararon para el rey Horik, donde flanquearon todas las puertas y eliminaron a los acompañantes del rey. Kaira sujetó al príncipe Erlendur. Horik soltó el escudo viéndose derrotado y todos tomaron tajada, Bjorn, Eyra, Lagertha, Sigrid, quedando de rodillas ante Ragnar. Todos abandonaron el lugar.

—Váyanse— ordenó Bjorn de la mano de su hermana a los que quedaron en aquella alcoba. Eyra descubrió el arma, la espada legendaria y se la entregó a su hermano. Pronto todo acabó y Eyra se hizo con las pieles de la reina Gunhild y los vestidos de sus hijas.

—¿Qué es todo eso? — sonrió Inga.

—El tesoro que recuperé— le correspondió la sonrisa.

—Conseguiste una espada, ¿no? — inquirió Sigrid.

—La entregué a mi hermano, soy feliz con la mía.

—Kattegat es más grande pero no es el mismo que era cuando niña— dijo Kaira.

—Y no lo cambié yo.

—Lo hizo solo, creció y ahora es tu deber acoplarte a ese cambio.

—Creo que lo he hecho, es un buen lugar, céntrico...

—Poder, significa poder— dijo Kaira de frente a ella—. ¿Pero qué es eso? Corrompe si no sabes manejarlo, jamás lo pidas, acéptalo y úsalo con sabiduría.

—Cuando me sea otorgado, sabré aceptarlo— reverenció a su amiga antes de besar sus manos, sabiendo que no había forma de agradecer tanta sabiduría que le pudiera otorgar.

***

—Voy a matar a Torstein— espetó Brenda al dejarse caer.

—¿Qué hizo? — dudó Sigrid.

—Al parecer hay otra mujer que espera un hijo de él.

—¿También? Ya sabía que ese hombre no sirve para el matrimonio— dijo Inga.

—Me ofreció que fuera la primera esposa.

—¿Tiene más gestación que tú? — inquirió Kaira.

—Sí.

—Entonces es un bebé anterior a ti— dijo Eyra.

—Puede perder el equilibrio con naturalidad— dijo Kaira antes de dar por terminada la comida para ir a preparar los barcos.

***

—Sean bienvenidos, Jarl Ragnar— dijo el rey Egbert.

—Rey Ragnar— puntualizó Athelstan.

—¿Qué pasó con el rey Horik?

—Tuvo un desafortunado accidente— dijo Ragnar.

—Entonces en verdad somos iguales— dijo Egbert, pero por su mirada, Eyra dedujo que ya lo pensaba.

—¿No se sintió mal por quedarse en el campamento? — sonrió Eyra.

—Cállate— dijo Bjorn ofreciendo su brazo para entrar—. Viene detrás de ti— Eyra se iba a girar y su hermano la detuvo—. No la veas.

—Es mi placer alimentarlos y demostrar la abundancia de nuestras tierras— dijo el rey Egbert.

—¿Qué le pasó a nuestra gente que eligió luchar por Mercia? — dudó Ragnar.

—Por desgracia, las fuerzas de mi tío y mi hermano menor han prevalecido— dijo la princesa Kwenthrith—. Pero si tú, Ragnar Lothbrok, y tú, Lagertha, se unen a nosotros, estoy convencida de la victoria.

—¿Qué dice? — inquirió Lagertha.

—Ella quiere que luchemos con ella por el trono de Mercia— dijo Ragnar.

—Me gusta, esa sí es una mujer de verdad— dijo Eyra a lado de su madre.

—Vinimos aquí para luchar y ella nos pide luchar y morir, por una disputa que no es la nuestra— dijo Lagertha.

—Rey Ragnar, te he dado tierras— dijo Egbert—. Déjame que te diga la verdad, con Dios como testigo. Algunos de mis nobles no están de acuerdo con lo que he hecho, tienen miedo, pero estoy decidido a honrar nuestro tratado. A cambio, al menos algunos de ustedes deben luchar por la princesa Kwenthrith.

—Eso no era parte de nuestro acuerdo original, pero, de buena fe y con la esperanza de crear una larga y próspera amistad, lucharé— dijo Ragnar—. Pero no puedo hablar por los demás.

—Lucharé junto a estos paganos por Mercia— dijo el príncipe sajón.

—¿Qué estás diciendo, hermano? — cuestionó Rollo.

—Acepté luchar— dijo Ragnar.

—Si mi hermano va, entonces yo también— dijo Rollo.

—¿Bjorn?

—Cuando llega la primavera y mi sangre se calienta, no quiero más que atacar y luchar.

—Supongo que ya cuento contigo.

—Por supuesto, padre— le sonrió.

—Mercia no es para nosotros, quizá para él— dijo Floki.

—¿Vendrás o no? — dudó Ragnar y Eyra codeó al chiflado del grupo.

—Sí, lo haré.

El fin de la Era DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora