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—¿Y los niños? — se aceró Bjorn

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—¿Y los niños? — se aceró Bjorn.

—Todos están aquí— dijo Eyra—. Los dioses nos han protegido.

—¿Sabes dónde estamos? — inquirió Halfdan.

—No estoy seguro— dijo Bjorn—. Creo saberlo.

—Creo que reconozco esas montañas— dijo Eyra.

—No sé cuántos barcos perdimos en la tormenta— dijo Halfdan.

—No los suficientes para cambiar mis intenciones— dijo Bjorn—. Cruzaremos esas montañas, atacaremos Kattegat y sacaremos las garras de Ivar.

—Todo eso está muy bien— dijo Sigvold—, pero el ejército es de tu hermana y su esposo.

—¿Tienes algo que decir? — se acercó.

—Sí, debes incluirnos bien en tu estrategia— dijo Kaira.

—No entiendo, ¿no querían vengarse? Casi mata a Eyra— espetó Bjorn.

—Pero Sigurd la protegió— dijo Viggo—. ¿Y tú? No te moviste de su sitio.

—Si haces un trato con Ivar— se giró a su hermana—, tendrás que matarme.

—Jamás lo perdonaré, perdí a mi hermano por su culpa— espetó entre dientes. Luego se giró para seguir revisando a sus hijos. Aren vio ceñudo por primera vez a su tío, jamás lo había visto tratar así a su madre.

—¿En verdad lo considerabas tu hermano? Le prestaste a tu hijo una sola vez.

—¿Eso qué tiene que ver con todo esto?

—No lo sé, tú dime— le sostuvo la mirada—. ¿Sí sabes que nuestra madre desapareció? Si está muerta, ahora yo soy el rey de Kattegat.

—Somos, querido hermano, porque te recuerdo que el ejército es de mi esposo y les puedo arrebatar el reino a ambos.

—Vamos a calmarnos— intervino Halfdan poniéndose en medio de los hermanos y alzando ambos brazos—. Eres mi mejor amigo y prometí no traicionarte jamás, pero tampoco voy a permitir que le hagas daño a mi esposa— luego se giró a ella—. Lo mismo va para ti...— pero no pudo terminar porque se atravesó Gunhild, lo empujó de en medio y golpeó a Bjorn y fulminó con la mirada a la reina..

—¡Ambos quieren lo mismo! Pero no pueden tenerla a menos que se la quiten a Ivar. Entonces, ¿por qué pelean ahora? Si deben hacerlo, háganlo después, ahora deben pelear por Kattegat— espetó antes de alejarse con Kaira y los niños.

—Tiene sentido para mí— dijo Bjorn al estirar la mano para levantar al rey—. No tengo problema con eso, ¿ustedes?

—Tu esposa me cae mal— sonrió su hermana.

—Solo estás celosa porque llegó una mujer más ruda que tú— le devolvió la sonrisa.

—¿Lo invitaste a nuestra broma? — se volteó a su esposo, ambos hombres carcajearon antes de que los reyes se abrazaran.

—Anda, debemos preparar a los niños.

—Corre, Kaira te va a robar a tu hijo.

—Aren ya le robó a su hija, así que estamos a mano— le besó la sien mientras la llevaba a parte para que descansara en lo que el resto terminaba de recoger.

***

—Eyra.

—Dime, Bjorn.

—Hay un asentamiento por allá.

—¿No preferirías llevar a Halfdan?

—No, ven, tú eres mi hermana— le tendió la mano y esta la aceptó. Ambos anduvieron hasta que se adentraron al campamento y pronto fueron escoltados por la guardia. Ella no lo soltó en ningún momento.

—Hola, Hvitserk— lo llamó Eyra.

—Bjorn, Eyra— dijo sin dejar su labor.

—¿A dónde vas con un ejército tan grande?

—¿A apoyar a Ivar, supongo?

—Al contrario, voy a atacarlo— se levantó de la mesa y los encaró—. A atacar Kattegat con el rey Olaf y con ustedes, supongo.

—¡Hermano mío! — lo abrazó Bjorn y los tres carcajearon—. Es uno de los días más felices de mi vida.

—¿Por qué tardaste tanto? — sonrió Eyra al abrazarlo, pero no con tanta efusividad como el primero.

—¿No es extraño que nuestros caminos se unan así?

—¿Extraño? ¿No es el destino? — inquirió Hvitserk.

—¿Estamos destinados a matar a Ivar? — contratacó Eyra.

—A pesar de sus crímenes, aún es nuestro hermano— dijo Bjorn—. ¿No es vergonzoso ante los ojos de los dioses?

—Les he preguntado a los dioses muchas veces por qué cambié de bando— dijo Hvitserk—. Por qué abandoné a Ubbe para quedarme cerca de Ivar, o por qué no te defendí como Sigurd. Por qué le permití a Ivar humillarme, reírse de mí. Todos estos años he cuestionado a los disoes y a mí mismo, pero ahora sé la razón. Conozco mi destino, mi destino es matar a Ivar.

—Skol— Eyra chocó su bebida con la de sus hermanos.

El fin de la Era DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora