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—Olaf es muy listo

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—Olaf es muy listo.

—Sabía que iríamos.

—Tengo que salvarla, si está ahí, debo salvarla.

—Iremos por ella, pero necesitamos un nuevo plan.

—Estamos rodeados, no es nuestra culpa, no me voy a perder el Valhalla.

—Bjorn.

—Lo encontramos en el campamento, dice que necesita hablar contigo.

—¿Qué pasa? ¿No nos has traicionado lo suficiente?

—Traigo un mensaje del rey Olaf, no atacará si aceptas reunirte con él.

—¿Por qué habría de ir? — espetó Sigvold sacando su espada y poniéndola en el cuello del mensajero.

—Olvidará toda promesa si me matan y también matará a la reina Eyra— dijo el mensajero. Bjorn lo tomó del cuello de su ropa para darle un fuerte cabezaso.

—Dile al rey Olaf que acepto, que no se atreva a hacerle daño— espetó—. Mi única condición es que necesito ver con mis propios ojos que siguen con vida, ambos reyes, Halfdan y Eyra. El Valhalla puede esperar.

***

—Bjorn Ironside, ven y siéntate, por favor— dijo Olaf al verlo entrar—. Ponte cómodo— Halfdan volteó a verlo, pero no pudo descifrar por qué lo miraba así—. Qué extraño que los tres estemos reunidos de nuevo.

—¿Dónde está mi hermana?

—Traíganla.

—¡Bjorn! — gritó al tratar de zafarse del agarre de los guardias, su voz sonó rasposa por tanto tiempo sin emitir sonido alguno, su hermano se asqueó al ver sus ropajes manchados de esa forma.

—¿Quién le hizo esto? — exclamó Halfdan al ponerse de pie.

—No fueron mis hombres.

—¡Eres el único con la capacidad de sublevarnos! Dudo mucho que Bjorn sea capaz de atacar a su propia hermana— gritaba mientras trataba de acercarse a ella. Eyra gritaba a su hermano y esposo que la perdonaran y que no la vieran, en tanto trataba de cubrirse, le avergonzaba que la vieran de ese modo, eran los hombres más importantes en su vida y se sentía inmensamente humillada. Lloraba desesperadamente porque no podía hacer nada para borrar esa expresión de su rostro. Le dolía que la vieran así.

—El destino tiene misterios— dijo Olaf mientras entregaban bebidas a ambos reyes, Halfdan apenas le dio un sorbo antes de intetnar acercárselo a su esposa—. Las normas lo tejen y nosotros lo creemos. ¡Skol! — pero nadie se movió a brindar con él, Bjorn vio que su hermana bebió el pequeño trago con avidez, supuso que también la mataban de hambre, así que le ayudó a beber de su vaso—. Anoche tuve un sueño: soñé que estaba sentado en una habitación, con el rey Halfdan el Negro y el rey Bjorn Ironside. Tal vez todo es un sueño. Quizás somos espíritus y vamos a desaparecer en el aire.

—Si desprecias tanto el mundo real, ¿por qué no renuncias al reino y te vas a casa con tus guerreros? — espetó Eyra, quiso dar un paso sola, pero tropezó y cayó; Halfdan la abrazó con delicadeza, la envolvió al completo en espera de sanarla con su tacto—. No hay nada que puedas hacer que te vuelva un gobernante popular.

—Aunque nada sea real, debemos seguir actuando como si lo fuera. Pero el misterio real es que ahora son mis prisioneros— dijo Olaf acomodándose mejor en su trono—. Es cierto, Bjorn Ironside, que todavía tienes un ejército, pero creo que no tiene la fuerza suficiente para derrotarme.

—Si nuestros ejércitos vuelven a enfrentarse, gane quien gane, vas a quedar debilitado— dijo Bjorn—. En ese caso, no podrás mantener este nuevo reino y el viejo al mismo tiempo.

—En todo caso, no ganarás— espetó Eyra con odio.

—Voy a reflexionar más en eso y en cómo resolver nuestras diferencias— dijo Olaf—. Mientras tanto, rey Halfdan, lamento que debas soltar a tu esposa, pero ambos deben volver a su celda.

—¡No! — exlamaron ambos hombres.

—No me voy sin mi hermana.

—Creí que pelearías por ambos.

—No, llévatela— dijo Halfdan empujando a su esposa hacia su mejor amigo.

—Pediré que los alimenten.

—No, Halfdan— exclamó Eyra, su esposo alcanzó a darle un beso en la frente antes de que Bjorn la cargara de vuelta al campamento, la princesa no dejaba de llorar por tener que dejarlo atrás.

—Vas a estar bien— dijo aferrándola más a él. Al entrar en el campamento, Aren salió a su encuentro y Viggo lo detuvo, no era momento para que sofocara a su madre, aún se veía en shock. Aren lloró al verla así, Viggo la apretó contra su pecho para que su madre no viera su debilidad, Thorun se aproximó a su amado y ambos se abrazaron para llorar en silencio.

—Volviste por mí.

—No iba a dejarte.

—Tardaste tanto, creí que los dioses nos habían abandonado— suspiró aliviada, le acarició la mejilla y su pensamiento viajó hasta su esposo—. Me alegra que esté vivo.

—¿Dónde te tenían? Dijeron que desapareciste.

—No lo sé, estaba apartada, no se oía nada.

—Ya pasó, ahora estás a salvo y tu hijo quiere verte.

—No quiero que me vea así— volvió a llorar.

—Te he traído ropa— dijo Bjorn al bajarla y ayudarla a entrar en la tienda—. Déjame ayudarte.

El fin de la Era DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora