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El campamento se dividía entre los que se irían a Mercia y los que acompañarían a Lagertha empezar las labores en las tierras, otra vez, las hermanas se separaron, Sigrid acompañaría a su señora y Kaira a la suya

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El campamento se dividía entre los que se irían a Mercia y los que acompañarían a Lagertha empezar las labores en las tierras, otra vez, las hermanas se separaron, Sigrid acompañaría a su señora y Kaira a la suya. Eyra y Bjorn fueron a abrazar a su madre, a despedirla y desearle un buen viaje, mientras ella los bendecía para que los dioses los acompañaran. Eyra quiso acercarse a despedir a Athelstan, pero vio a una hermosa mujer besarle la mano y pensó que no era prudente. El monje la vio, así que solo asintió con la cabeza y marchó.

—¿Feliz de volver a la batalla?

—¿Y tú, Elin?

—Necesitamos un respiro— sonrió a Eyra.

—Es tan hermosa, quisiera tocar sus sonrosadas mejillas.

—Creo que tu padre se te ha adelantado— le dio un codazo.

—Ni modo, ni siquiera nos entenderíamos— se rio Eyra.

—Y Torstein— dijo Inga señalándolo.

—Alguien debe decirle a Brenda.

—Ya lo ha de suponer— Kaira se encogió de hombros.

—No debió casarse con él— dijo Inga.

—¿Porque primero se fijó en ti o porque ahora ella sufre a su lado? — refutó Kaira.

—El mensajero— Eyra se puso de pie, al igual que todos, ella y Kaira corrieron tras Ragnar.

—El ejército de mi tío se está preparando— dijo la princesa—. Nos esperan río arriba.

—Vamos a los botes—Elin comunicó la noticia.

—¿Aún no terminas de afilarla? — Kaira se burlaba de Floki.

—Apuesto a que mato más sajones que tú.

—Eso está por verse— después varias flechas empezaron a emboscar a los barcos en los que iban.

Se ordenó que siguieran remando y se levantara el escudo de muros. Terminó la lluvia de flechas, seguro solo cargaban. Era una fuerza considerable y muchos pensaban en dar marcha atrás. Kaira y Floki se sonrieron al verse ilesos. Ragnar les puso las cartas sobre la mesa, era mejor atacar al tío que al hermano, porque las fuerzas eran menores y no había forma de que se unieran para combatirlos. Rollo sonó el cuerno ordenando hacia dónde atacar. La princesa veía expectante y gustosa.

Alzaron de nuevo los escudos, los pocos que fueron heridos, los tiraban por la borda para no cargar con peso muerto. Terminaban por llegar a la orilla y preparar el bote para desembarcar, así como los sajones alistaban lanzas y espadas para hacerlos frenar en cuanto bajaran de los botes. Kaira y Floki parecían concentrados en la apuesta que hicieron minutos atrás. Eyra avanzaba seguida de Inga y Elin. Porrun parecía disfrutar de ello, tenía cara de solo estar jugando.

Floki se separó de su amiga para defender a Torstein, así que ella no pudo matarlo y fingir que fue un accidente, una de las tantas caídas del combate. Eyra y su mano izquierda y derecha se coordinaban muy bien en combate para avanzar y apoyarse entre las tres. Ragnar tenía como objetivo llegar hasta el tío de la princesa, pero algunos soldados se lo impedían. El portador de la corona veía con desagrado lo sucedido y fue jalado por Floki para que cayera del caballo, le pisaba el cuello para inmovilizarlo, Kaira se le adelantó rebanando el cuello y manchándose ambos de sangre. Floki tomó la corona gustoso, sabiendo que habían ganado la batalla.

—Se le ve muy mal— dijo Elin.

—¿La primera verdadera experiencia cercana a la muerte, supongo? — trató Eyra.

—Brenda debió haber venido para ayudarlo en este tipo de trances— dijo Inga.

—¡Oh! ¿Quién te entiende? — comenzaron a burlarse las otras.

—Andas muy taciturna— dijo Eyra al quedarse a su lado mientras Kaira se iba con Floki y Elin iba por más comida—. ¿Qué hablaron tú y mi hermano?

—No quiero hablar de ello.

—¿Fue algo que no te gustó?

—No.

—¿Te hirió de algún modo?

—No.

—¿Quisieras contarme?

—Me besó, dijo que tal vez eso ayudaría a que se me pasara el amor que sentía por él, si lo aterrizaba.

—¿Y bien?

—¿Qué hay después de esto? Me gustó ese beso pero creo que lo tenía tan idealizado que... no siento más nada.

—Eso es bueno— le sonrió—. No es bueno que te engañes a ti misma.

—Ya llegará nuestro momento— la abrazó.

—Todos aman a las doncellas— dijo bebiendo—. Mira a mi madre, hasta el rey Egbert se la come con la mirada.

Subieron a los botes yal alba comenzaron el viaje al otro lado del río, con el plan perfecto de su padre, con las cabezas colgando del barco principal, donde viajaban ellos. Infundían miedo, eso quedaba claro, pues el ejército abandonó a su autoproclamado rey. La princesa llamaba a su hermano, con él sí le interesaba enmendar la paz, pero él tenía el mismo miedo que el resto de los hombres sajones. Daba pena ajena cómo corrían lejos de los recién llegados. No hubo problema para desembarcar y descansar del otro lado.

Luego de divertirse y comenzar a desembarcar, Floki y Kaira volvían a competir para ver quién tirabamás cabezas de los botes. Esa amistad le había ayudado mucho ella, él la contagiaba de su inmensa alegría, le recordaba por qué le gustaba tanto la cacería y la batalla, para ella era más fácil pelear con dos hachas que con el escudo y la espada aunque eso significara tener que acercarse aún más a sus enemigos para acabarlos. Floki no la veía como a su esposa, ni con lujuria desmesurada por su excelente cuerpo, la admiraba por sí misma y la acompañó todo ese tiempo de luto.

El fin de la Era DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora