26

237 15 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—No dejas de verlo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—No dejas de verlo.

—Ni él a mí.

—A ambos los carcome el mismo pensamiento.

—A ti te gusta sentarte aquí, a mi lado.

—No hay trono para mí.

—Eso es para un rey.

—Entonces me casaré con uno.

—Déjame discrepar— se burló Ragnar—. Tú jamás has estado con un hombre.

—¿Crees que no puedo desposar a un rey porque he rechazado ya a ocho hombres?

—Un rey demanda más.

—Aslaug apenas y se mete en tu cama para engendrar hijos.

—El último no resultó.

—Sin embargo, ama a Ivar por encima del resto, porque tú no lo amas, siempre te has enfocado en tus otros hijos.

—Tus hermanos y tú son amados por igual.

—Pero hay distinción, ¿cuántos de verdad recuerdan que soy hija del gran Ragnar Lothbrok? A veces pienso que me quedé atrás, igual que Gyda.

—No digas eso, hija— le acarició el rostro—. Te lo dije cuando niña y te lo repito ahora, te amo, eres mi hija y me enorgulleces.

—Gracias, padre, yo también te amo.

—Espero que eso te tranquilice hasta que encuentres al hombre destinado a estar contigo.

—Deberías pensar ya en un castigo para él, incluso a él le resulta casado— sonrió Eyra al levantarse de la tarima—, iré a despedirme de mi hermano.

—Hola.

—Creí que no te alcanzaría— corrió a sus brazos.

—No me iría sin despedirme.

—¿Llevas todo lo necesario?

—Sí.

—Que los dioses te acompañen, ten mucho cuidado.

—Te veré en primavera.

—Espero que encuentres lo que tanto estás buscando.

—Te amo, hermana.

—Te amo, Bjorn, buen viaje— se estrecharon una última vez, besó su frente y este le besó la mejilla antes de andar.

—¿Tienes miedo?

—No.

—Lo volverás a ver con vida.

—¿Es voluntad suya?

—No podrías quedarte sola.

—No me siento así, ¿sabes? Creo que me han sabido acompañar.

—No es nuestra voluntad que te pierdas en el camino.

—Sé que hay una profecía sobre mí, pero no la he querido oír, quiero que ustedes me sorprendan, me siento lista para afrontar mi destino.

—Me alegra oírlo— sonrió la rubia antes de alejarse de la princesa Eyra.

Pronto el invierno llegó. La ciudad de Kattegat se tornó blanca, pareciera que el fuego no era suficiente para mantenerse caliente. Salían muy poco de la cabaña, solo al gran salón a comer y beber con el resto del pueblo. Dormían todas juntas para protegerse del frío. Eyra a veces comía en privado, con su padre y buscaba tener una conversación más cordial con Aslaug. Kaira protegía a Helga, para que no dijeran nada respecto a la huida de Floki.

—No podríamos quedarnos aquí.

—Helga, se acerca el invierno— dijo Kaira.

—No les faltará comida a ti ni a la niña— dijo Eyra cediéndoles un lugar en la mesa.

***

—No dejan de cazarlo— entró Kaira.

—Y no cejarán bajo ninguna circunstancia— dijo Eyra.

—Ubbe está con ellos.

—No me interesa ese niño.

—Creen que siguen la voluntad de Ragnar pero él no quiere dañar a su amigo— Elin se encogió de hombros.

—Lo encontraron— exclamó Helga y todas salieron a la plaza a presenciar la audiencia.

—Lo vamos a ayudar— Kaira la detuvo para que no siguiera a la turba que llevaba a su esposo.

—¿Cómo?

—Ya encontraremos la forma, ¿me oyes? — Eyra tomó su rostro—. No lo dejaremos.

—Gracias— Helga se abrazó de la princesa y esta no se negó, le acarició el cabello.

El fin de la Era DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora