3. Barcelona

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- ¿Todo bien? –los ojos de Rafael estaban muy abiertos, observándome, como si lo hubiera asustado la forma en la que abrí la puerta.

- Si, estaba mirando televisión.

Me hice a un lado para que el pudiera pasar, no estaba esperando su visita, considerando que yo debía despertar muy temprano la mañana siguiente, pero, ya no sabía si me molestaba que él estuviera ahí, quizá la distracción me serviría.

- Te traje cena –levantó la bolsa en sus manos y pasó directo a mi cocina.

- Gracias.

- Cenar vino tinto en martes no es lo más adecuado para tu cuerpo, Abi. Vas a flipar, compré pasta del restaurant italiano al que fuimos hace unas semanas.

Le sonreí y al darse cuenta que no emití sonido alguno levantó su cara para ver la mía.

- Has estado trabajando demasiado, Abigail.

- Creo que sí –pero ya no podía hacer nada al respecto.

- Dijiste que solo tenías 3 o 4 casos y eran sencillos.

Tomé cubiertos y me dispuse a poner la mesa para que pudiéramos comer ahí. La realidad era que rara vez la utilizaba, tenía 4 sillas que siempre estaban vacías. Yo siempre comía fuera o en el sillón, si tenía tiempo libre.

- Bueno, todo cambió. Ahora solo tengo un divorcio que debería ser fácil, pero, creo que es todo lo contrario.

- ¿Qué? Dormí aquí el fin de semana y jamás mencionaste eso. ¿Cuándo pasó?

- Apenas ayer y siento que está absorbiendo mi alma.

- Cuéntame –colocó un plato con pasta frente a mí.

- No puedo. Solo imagina que es complicado, es lo único que puedo decirte realmente.

Aunque fue escasa, Rafael aceptó mi respuesta. La pasta me gustó, la realidad era que el restaurant me había gustado bastante cuando fuimos, la comida era deliciosa, aunque bastante costosa, era ese tipo de lugares en Madrid en los que esperas encontrar personas adineradas pasando su rato, tomándose fotos y subiéndolas a redes sociales.

- Saldré de viaje a finales de este mes.

- ¿En serio? –enrollé mi tenedor en la pasta mientras pensaba en Derek y el divorcio, me molestaba la idea de solo tener un caso y que este estuviera ocupando tanto espacio de mi mente.

¿Qué estaría haciendo Derek en ese momento? ¿Le preocuparía su divorcio? ¿Sentiría cargo de conciencia? Había engañado a su esposa con la hermana de ella, eso era algo asqueroso y muy bajo, incluso para él. Aunque, honestamente, todas las celebridades eran iguales, su conocimiento de los límites y la moral estaban por los suelos.

- ¿Tú has ido? –Rafael metió un bocado de pasta a su boca y levantó las cejas mientras me observaba.

- ¿Cómo?

- ¿Conoces Sevilla? Iré por unos días a finales de mes.

- Nunca he ido.

- Abi, estás agotada, ni siquiera me estás prestando atención.

- Joder, es cierto. He tenido mucho trabajo estos últimos meses. Necesito unas vacaciones.

- Deberíamos tomarnos unas.

Rafael comenzó a hacer un listado de los lugares que debíamos visitar, yo solo lo escuché mientras comía, lo conocía desde hacía cerca de un año, él me agradaba bastante, era evidente, él era mi tipo de persona, hablaba mucho, le gustaba salir y respetaba mi espacio, la mayor parte del tiempo. Nuestra relación era algo poco usual, éramos amigos que cogían, una especie de amigos con derecho y exclusividad, no teníamos una relación, pero nos gustaba la compañía del otro, solíamos pasar nuestros días libres juntos. Una relación seria con él estaba fuera de cualquier posibilidad, eso era claro, pero era divertido pasar el tiempo con él.

Promesa de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora