6. El viaje de trabajo

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- ¿Desde cuándo atiendes casos de celebridades?

Mi cara estaba sobre la almohada y mis párpados se sentían pesados mientras Rafael masajeaba mi espalda.

- ¿Cómo supiste que era una celebridad?

- ¿Tú no lo sabías?

Sacudí mi cabeza de un lado a otro, tanto como la almohada me lo permitió.

- Johnny tampoco sabía. Tu no parecías conocerlo.

Escuché su risa.

- Su cara me parecía familiar, me dijiste su nombre y lo busqué en internet, no sé por qué no lo conocí antes. Felicidades, estás llevando el caso del prodigio de la fórmula 1. No me impresiona, siempre supe que llegarías lejos.

- Gracias.

- Honestamente, me impacto que no me lo hubieras dicho.

- Creo que teníamos un tiempo sin hablar.

- ¿Eso alguna vez nos ha impedido que me cuentes lo que está pasando en tu vida?

Bufé, no quería responderle.

- Es muy famoso, la próxima vez que lo vea le pediré una foto.

- Lo pudiste hacer, creo que él no te la hubiera negado.

- Quien sabe, es un imbécil mujeriego y fanfarrón, pero, es el favorito hoy en día.

Estaba de acuerdo en todo lo que él dijo, asentí.

- A juzgar por lo que he visto en internet y lo que Johnny me ha contado, las personas se arrojan a él para conseguir una fotografía o un autógrafo. Supongo que está acostumbrado a que le pidan acercarse a él o tomarse fotos y videos.

- Quizá tú le puedas pedir una foto conmigo, parece que son cercanos.

Yo no me consideraría cercana a él, no era mi tipo de persona, ni siquiera me imaginaba siendo su amiga.

- Es mi cliente.

Cuando me acercaba a quedarme dormida, Rafael hablaba y me interrumpía mi tranquilidad, algo que me estaba sacando de quicio.

- Nunca te había visto llevar un cliente a tu habitación de hotel.

- ¿Qué mierda significaba eso?

Mi tranquilidad se desestabilizó con su comentario, levanté mi cabeza como si tenerla sobre la almohada me molestara y giré para apoyar mis codos en la cama.

- ¿Seguimos siendo exclusivos?

La realidad era que nunca habíamos acordado formalmente serlo. Éramos amigos, comenzamos a follar y eso se convirtió en nuestra nueva situación, no éramos nada más que amigos que cogían.

- No vuelvas a insinuar que tengo cualquier tipo de relación fuera de la laboral con cualquiera de mis clientes, eso jamás. Mucho menos con Derek Bravo, eso es seguro.

Rodé sobre mi estómago y estrellé nuevamente mi cabeza en la almohada.

- ¿Quieres que me quede?

No respondí, la respuesta era no, pero no quería decirlo. Nunca me había gustado la idea de compartir mi cama con Rafael, encontraba muy incómoda la conversación de la mañana siguiente y era algo que siempre buscaba evitar.

Promesa de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora