5. Beneficios

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- ¿Estás aquí sola? –sus ojos se plantaron en el asiento vacío a mi lado

- Si –me reí mientras respondía e intenté controlar mi boca, seguramente me veía estúpida

- ¿Puedo...? –señaló la silla a mi lado

Sacudí mi cabeza de un lado a otro sin saber cómo decirle que no. Después de unos segundos, consideré que era estúpido rechazarlo, no había una razón real y no me importaba realmente.

- Claro –«No debería, pero, estoy comenzando a embriagarme y no veo por qué no

Observó mi bebida y le llamó a un mesero.

- Dos manhattan por favor.

- Aún tengo la mitad del mío, pero, de todas formas, pensaba pedir más. –levanté mis hombros

- ¿Vives cerca de aquí?

Negué con la cabeza y metí la cereza de mi bebida a mi boca.

- Mi habitación está aquí y pensé en bajar al bar.

- Oh... ¿Vives aquí?

- No –y ahí estaba mi risa tonta de nuevo-, la policía me recomendó no dormir en mi casa hoy y vine aquí –al ver su rostro de confusión abrí mi boca para seguir hablando-, hubo un atraco en mi departamento esta noche.

- ¿Qué? ¿estás bien?

Su expresión cambió, algo que me impresionó, hasta ese momento no había pensado que Derek pudiera auténticamente preocuparse por alguien más, además de sí mismo.

- No estaba ahí –me apresuré a explicar.

- Lo siento.

- No te preocupes, no fue nada realmente grave, supongo.

Durante los minutos siguientes le relaté a grandes rasgos lo que había sucedido esa noche cuando llegué con Johnny, omitiendo por completo la razón por la que estaba fuera con Johnny, ninguno de mis clientes necesitaba saber de mi vida fuera de la oficina.

- ¿Qué haces tú aquí? –solté una vez que terminé mi narración del robo

- Estaba con alguien.

El mesero, de no más de veinticinco años se acercó a dejar las bebidas frente a nosotros. Derek le sonrió a cambió y después regresó su vista a mi cara, entonces entendí que él estaba sentado conmigo y acababa de decir que estaba con alguien más.

- Oh... ¿No funcionó? –miré alrededor poco antes de darme cuenta que lo que salió por mi boca era mierda, yo realmente quería preguntarle si necesitaba retirarse, pero, era un mujeriego y probablemente su cita era una mujer.

- Era un él.

- Oh... cada quien, supongo.

«Por el amor de Dios, Abigail. Deja de hablar.»

- Me refería a que era una reunión, más bien de negocios.

- Eso tiene sentido –asentí sintiendo mi cabeza dar vueltas.

Cerré mis ojos y canté las letras de una canción conocida para mí que sonaba en los altavoces. Cuando abrí los ojos él está frente a mí y dejé que la realidad llegara justo a tiempo para darme cuenta que estaba ligeramente ebria, frente a él. Era un viernes por la noche y yo estaba fuera de mi horario de trabajo, en un lugar neutral, donde los roles de abogada-cliente no existían, pero, ¿eso estaba bien?

Promesa de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora