42. Posesión

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Abigail

El rostro de Johnny estaba en blanco y resultaba difícil, rozando lo imposible, leerlo. Mi hermana lo llamó para que acudiera a su habitación, unos minutos después cuando entró y me encontró recargada en la pared, seguramente pensó en muchas posibilidades, excepto en lo que le dije.

- ¿Retraso de cuánto tiempo?

- Cinco días.

- Puede ser estrés –sacudió sus manos en el aire, como si lo que acababa de decir fuera una verdad absoluta-. Estás muy estresada últimamente

Lo consideré, el estrés solía atrasar los ciclos menstruales de las mujeres, tenía sentido.

- Tienes razón.

- Además, estás usando un método anticonceptivo, todo debe estar en orden –Johnny señaló lo anterior y los tres nos relajamos tanto que fue evidente el cambio de ambiente en la habitación.

Mi hermana se sentó en la cama y la expresión de Johnny pasó a la calma unos segundos, antes de agregar:

- Te cambiaste el implante, ¿verdad?

Muchas ideas volaron por mi cabeza, la tranquilidad fue sustituida por la preocupación al saber que no había hecho eso y mi mente intentó sacar cuentas, pero estaba tan desorientada que me costaba elaborar cualquier cálculo. Johnny ladeó su cabeza y vi su rostro palidecer.

- Cuando te dije que tu implante estaba por caducar, lo puse en tu agenda y te lo recordé... -se calló.

- ¿Cu...cua... cuándo? –Mierda, joderme, me cago en la puta.

- Hace meses, Abigail. Fue –parpadeó un par de veces mientras se concentraba en sujetar algún recuerdo en su mente-... poco antes de que el caso de Derek llegara a tus manos.

Mantuve el contacto visual con Johnny por unos segundos hasta que vi sus ojos agrandarse con el entendimiento de lo que estaba pasando. En ese momento, la habitación perdió la calma y todo se fue a la mierda cuando los tres entramos en pánico. Podría haber jurado que la habitación se sacudía, pero quizá era solo mi nerviosismo por todo lo que estaba pasando. Me senté en busca del equilibrio que perdí y sentí el peso de la habitación caer sobre mí. Sentí un vacío en el estómago y las palpitaciones de mi pecho con fuerza, esa sensación la reconocía: angustia.

***

Mis manos estaban entrelazadas sobre mis piernas mientras miraba la pared blanca de la habitación. Raquel estaba en la ducha y el sonido del agua al caer en cascada era levemente tranquilizante, considerando la situación. Johnny había salido apenas cinco minutos atrás de la habitación. Habíamos ideado un plan para obtener una prueba de embarazo de una farmacia, pero, con la seguridad de Derek alrededor del hotel, resultaba bastante difícil salir sin ser detectadas, perseguidas y observadas.

Johnny tuvo que salir por su cuenta, alegando que iría a comprar comida chatarra a una tienda de conveniencia a dos cuadras. Raquel quería acompañarlo, pero, si ambos salían seguramente llevarían más seguridad con ellos y quedarme sola en la habitación, esperándolos, solo levantaría sospechas. Johnny era, esencialmente, quien podía tener más invisibilidad de nosotros tres, al ser parte del personal.

Mi hermana salió del cuarto de baño usando un conjunto deportivo verde, me sonrió y se sentó junto a mí, pasando uno de sus brazos por mis hombros. No supe cuánto tiempo pasó, pero lo siguiente que vi fue a Johnny entrando por la puerta con una caja de pizza pequeña. Raquel y yo nos miramos de reojo.

- ¿Pizza? –inquirí

- Tenía que esconder las jodidas pruebas dentro de algo, el equipo de seguridad de tu esposo tiene ojos en todos lados. Compré la pizza en un establecimiento junto a la farmacia y después ingresé a comprar pastillas para el dolor de cabeza, que traje en mi mano todo el camino para que fuera evidente que esa había sido mi compra principal.

Promesa de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora