- ¿Cómo va todo por allá?
- Bien –apreté el teléfono con mi mano ante el pensamiento de mis días últimamente.
¿Cómo podría describirlo?
Excelente, más que perfecto. Me he enamorado del hombre con el que me casé únicamente para salvar mi culo. No me quiero divorciar y estoy convencida que él tampoco.
No, muy cursi.
- Hemos viajado bastante. Derek ha tenido buenos puntajes en cada carrera, no entiendo mucho de eso aún, pero, toda pinta bien.
- Debes estar cansada de viajar.
Resoplé. Era difícil considerarlo difícil cuando tenía personas que hacían casi todo por mí, vivía una vida de princesa al estar casada con alguien prácticamente considerado de la realeza de la fórmula 1.
- Deberías venir a una carrera, puedo hacer que vueles aquí y te quedes unos días.
- No creo que me sea posible. Papá tiene ceremonia el fin de semana y Manolo seguramente perdería la cabeza si me voy.
Rodé mis ojos con tanta intensidad que dolieron.
- Raquel... -tenía mucho que decirle a mi hermanita, pero sabía que era la única persona de mi familia con quien aún mantenía un contacto frecuente y sano. Quería sacarla de ahí y hacerla ver lo bueno del mundo, pero, no podía forzarla y tampoco quería arruinar la buena relación que teníamos-. Está bien, cuando decidas que puedes venir, hazlo. Te prometo que te llevaré a conocer el lugar donde estemos y vas a amar la experiencia, puedo hacerte llegar un boleto de avión en unas horas, si es necesario.
- Gracias, Abi. Te debo dejar, mamá está por llegar. Papá quizá me deja estar en contacto contigo por teléfono gracias a la última donación que Derek hizo a la iglesia, pero mamá aun piensa que pasar demasiado tiempo hablando me llevará al infierno.
- Te quiero, Adiós.
- Adiós –colgó.
Lancé el celular a la cama y vi, por el rabillo de mi ojo, a Derek salir del baño.
- ¿Cómo está tu hermana? –él tenía una toalla enredada en su abdomen bajo y los músculos de su cuerpo se marcaban especialmente por las gotas de agua que aún tenía, se veía simplemente hermoso.
- Tan bien como se puede estar cuando vives en un culto y te lavan el cerebro.
- ¿Le dijiste que viniera?
Sacudí mi cabeza de forma afirmativa y vi sus facciones caer ligeramente. No soportaba la idea de verlo sentir pena por mí, eso no me gustaba.
- Nadie puede obligarlos a dejar sus creencias –levanté mis hombros y sacudí mi mano para restarle importancia-. Ella se alejará cuando esté lista.
Pero yo sabía que, si mi hermana continuaba su cortejo con el hombre con el que estaba y se casaba con él, ya no habría vuelta atrás. Tragué el nudo en mi garganta y caminé hasta Derek, para pasar mis manos por su cuello.
- Gracias a tu donación pude hablar con ella, aparentemente ya puede llamarme y hablar conmigo por teléfono de vez en cuando –pasé mis manos a lo largo de su abdomen y finalicé en el borde de la toalla que estaba atada en su cadera.
- Es curioso como las creencias religiosas cambian cuando hay dinero involucrado.
Asentí.

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Promesa de papel
Romansa¿Cómo mierda Abigail Lorente, la abogada más brillante del Bufete, experta en divorcios, termina casada casi por accidente con uno de sus clientes? Peor aún, ¿Cómo logra un gilipolla, adinerado y tres veces divorciado, que me case con él? La respue...