Derek
- ¿Cómo te sientes? –Héctor estaba tan nervioso que yo podía jurar que su cuerpo se agitaba.
Estábamos en el camerino mientras yo cambiaba mi ropa por el uniforme azul de Red Bull.
- Bien –mentí.
Habían transcurrido trece días desde que Abigail se fue y ese fin de semana era la primera carrera en la que ella no estaría. Los días anteriores había asistido al circuito para las pruebas y aunque ella tampoco estaba, nadie preguntó nada. Pero, la prensa y el público no dejarían pasar su ausencia el día de la carrera. Seguramente en unas horas estaríamos en los tabloides. Bien, otro jodido rumor sobre mí, ¿las personas no tienen otra cosa que hacer además de hablar de la vida de los demás?
Caminé, con Héctor a mi lado, por el lugar hasta llegar a mi posición en el circuito. Las personas me fotografiaban y gritaban mi nombre, pero me era difícil concentrarme, todo a mi alrededor estaba borroso. La imagen se aclaró una vez que me metí al auto y sujeté el volante. En los segundos previos al inicio de la carrera hice lo que ella me había enseñado, puse mi mano derecha en mi pecho, respiré y pensé en el peor escenario ese día, no se me ocurría ninguno. Mi peor escenario de vida en ese punto ya había llegado, estaba nuevamente solo y lastimado por la única mujer que había querido. Me concentré en pensar en algo, mi mente cayó ante la idea de que algo malo le sucediera a Abigail, ese sería mi peor escenario.
La carrera inició y todo pasó muy rápido, tan rápido que me fue difícil controlarlo. Cuando me di cuenta que estaba teniendo un mal recorrido, ya era muy tarde para corregirlo. Quizá todo ya estaba escrito y me tenía que ir de mierda ese día. La idea de lo anterior me irritaba, no podía ser un jodido conformista y pensar que los malos resultados estaban destinados a suceder, no podía ser así. Había trabajado toda mi vida para estar en ese lugar y ese día estaba por arruinar y joder todos mis resultados en las carreras anteriores.
Mierda.
Me aferré a la idea de ganar un buen lugar durante las últimas vueltas, tenía que hacerlo. Pero durante las últimas cinco curvas me fue imposible dejar atrás a muchos de los autos frente a mí. Pude adelantarme dos lugares, aprovechando el espacio en las curvas, pero ya no había tiempo. Durante cerca de una hora y media luché por encontrar un lugar entre los primeros, pero acabé en séptimo lugar. Apenas pasé la línea de meta mi estómago ardió y sentí ganas de correr fuera del lugar para evitar a todos y golpear la pared hasta ver mi puño sangrar.
Al caminar fuera del circuito, la cara de molestia de Héctor me hizo imaginar lo que vendría de parte de mi padre, seguramente hablar con mi progenitor sería un infierno ese día.
- ¿Qué mierda hiciste? –me cuestionó mi representante.
No respondí. En cambio, caminé hacia lejos del lugar, ansioso por cambiar mi ropa y largarme de ahí.
- ¡Derek! –Héctor estaba caminando detrás de mí, esperando una respuesta por mi parte- ¿Me estás escuchando? Lanzaste esta competencia a la mierda desde que inició. ¿Qué mierda te pasó?
- No sé –dije, era la verdad-. Intenté tener un buen resultado, si lo intenté.
- Pero no podías dejar de pensar en Abigail, eso está claro.
Incluso escuchar el nombre de ella de su boca me molestaba. Él la aborrecía y siempre que hablaba de ella lo hacía con asco y molestia. Pero, eso me molestaba más a mí, si el continuaba de ese modo, yo le haría ver las razones por las que debía respetarla, aunque ella no estuviera ahí.
- Yo no dije eso –apreté mis manos, formando dos puños.
- No necesitas decirlo –estábamos a unos pasos de la habitación en la que podría cambiarme y él habló nuevamente-. Tus padres te están esperando.
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Promesa de papel
Romance¿Cómo mierda Abigail Lorente, la abogada más brillante del Bufete, experta en divorcios, termina casada casi por accidente con uno de sus clientes? Peor aún, ¿Cómo logra un gilipolla, adinerado y tres veces divorciado, que me case con él? La respue...