69. Instinto

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Abigail

—¿Pasó algo? –mi estómago ardió.

Del otro lado de la puerta, Johnny estaba mirándome horrorizado. Era de noche, ¿qué estaba haciendo ahí? Él entró a mi departamento, cerró la puerta y me tomó por los hombros.

—Abi, la competencia en México —él estaba moviendo sus manos—. Derek tuvo un accidente, no sé qué tan grave es, pero es mejor que no busques la noticia, lo que le pasó fue escandaloso.

Mi mundo se vino abajo en segundos, mientras sus palabras comenzaban a tomar sentido.

«Derek tuvo un accidente.»

—Llévame con él.

—Abigail, está en otro país —él siguió hablando, pero dejé de escucharlo.

—¡Raquel! —grité, para lograr despertarla. La vi abrir la puerta de su habitación, confundida y asustada—. Derek tuvo un accidente en el circuito —no pude decir más, me eché a llorar y ella me envolvió con sus brazos

Por las siguientes dos horas, Johnny estuvo haciendo llamadas en mi sala de estar, Raquel hizo una pequeña maleta para ambas y yo cambié mi pijama por un pants deportivo cómodo. Paula llegó a mi departamento y me abrazó mientras yo lloraba, imaginando lo peor.

Mi asistente logró ponernos en un vuelo privado que saldría en solo unas horas y el equipo de seguridad nos llevó al aeropuerto. Agradecí no ver a nadie de prensa o fotógrafos en el aeropuerto, pero seguramente no tendría la misma suerte en México. Cuando el avión despegó, Johnny apretó mi rodilla y giré a verlo.

—Duerme un rato, será un vuelo largo. Seguramente él estará bien, está recibiendo la mejor atención. Descansa, tu hijo ha estado viviendo demasiadas emociones.

Asentí, él tenía razón, mi hijo había vivido una situación estresante tras otra conmigo.

No me costó mucho dormir, estaba cansada y el estrés del accidente, aunque era grande, no superaba la necesidad de mi cuerpo de desconectarse por un rato. Cuando abrí los ojos nuevamente, ya habían transcurrido varias horas, estábamos volando, por lo que no teníamos muchas actualizaciones.

Cerré los ojos y comencé a pedirle a quien me estuviera escuchando por una oportunidad más con Derek, estábamos distanciados porque él era un idiota y creía que me estaba haciendo feliz, pero si él se quedaba resolveríamos esto, volveríamos a estar juntos y formaríamos nuestra familia.

Entonces me di cuenta que le estaba pidiendo a un Dios en el que no creía por Derek. Mierda, verdaderamente lo amaba.

***

—Una parte del equipo de seguridad de Derek viene por nosotros para escoltarnos al hospital —Johnny estaba dirigiéndose a nosotras tres, mi hermana y Paula le estaban poniendo bastante atención—. Hablé con Sandra, todo parece estar, pues, no tan mal.

Habíamos volado a la ciudad con cuatro hombres de seguridad, pero, no eran suficientes. El equipo llegó con tres camionetas y fuimos escoltados al lugar. Respirar me costaba, estaba nerviosa y desesperada. Cuando la camioneta se detuvo frente al hospital lleno de fotógrafos, nada me importó, ni siquiera escuché las indicaciones cuando salté fuera, adentrándome en la ola de personas. Afortunadamente, los hombres de seguridad eran más rápidos que yo y me rodearon antes de llegar a la multitud. No nos tomó mucho llegar a la entrada.

—¿Dónde está? —exclamé al tercer piso del hospital. Habían apartado un ala del hospital para atenderlo.

Mi hermana, mejor amiga y asistente llegaron hasta nosotros y caminamos juntos por el pasillo. Antes de llegar a la puerta de su habitación, vi a sus padres y Sandra. Ellos nos vieron y pude jurar que vi alivio en sus expresiones, pero no estaba segura.

Promesa de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora