1. Despedida

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Se corre el rumor de que solo se necesitan segundos para enamorarse, pero este no es el caso, ¿verdad?


Terminando, esperé a que mi respiración se normalice, se retiró quitándose el condón para tirarlo, hizo que gire mi cuerpo, nuestros ojos conectaron, sonrió mostrando sus dientes, yo le regresé el gesto a medias. Acercándose a mí, trató de besarme, yo retiré los labios, no me gustan los besos.

― Solo es un beso, desde que nos conocemos no quisiste que te bese. ―tratando de no rodar los ojos, besé su cachete rápidamente, era lo máximo que conseguiría de mí.

― No me entusiasma.

― Dijiste que nunca besaste, ¿cómo sabes que no te gustan si nunca lo hiciste? ―acomodando la sabana fingí pensar.

― Simplemente lo sé. ―viendo el reloj decidí que era hora de irme.

Tapándome el cuerpo, fui a limpiarme para buscar mi ropa, poco a poco estuve encontrándola y poniéndomela.

― ¿No quieres quedarte un poco más? ―preguntó besando mi cuello por detrás mientras acariciaba mi pelo.

― No puedo, tengo que ir a alistarme, la fiesta es a las ocho, os dije a todos que iría. ―informé apartándome para recoger mi cabello.

Otra cosa que no me gusta es que, me toquen sin que lo pida.

― Podríamos pasarlo bien. ―sonriendo sin mostrar mis dientes, hice una seña de despedida, conocía el lugar, no se me hizo difícil encontrar la salida.

Apenas puse un pie fuera de la casa, me llegó un mensaje.

Número sin guardar.

Te extrañaré, y más escucharte gemir. ¿En serio no quieres volver a quedar?

Sin contestar guardé el móvil, era medio día y tenía mucho que hacer, la mudanza nos tiene ajetreados.

Dirigiéndome a mi auto, gocé de lo hermoso que era por aquella zona, árboles, y más árboles. Con buen ánimo, uno de eso que tienes después del orgasmo, arranqué mi automóvil.

En silencio conduje, no me gustaba la música mientras estaba en un auto, pero de pronto la canción de Lovumba de Daddy Yankee llamó mi atención, estacioné inmediatamente, por la prisa, mi cuerpo fue impulsado al frente, gracias al cinturón de seguridad, quedé en mi sitio. Contestando a la llamada con el manos libres, no quité la vista a la carretera.

Feliz de hablar español, descolgué para decir:

― Si, hola príncipe. ―la respuesta tardó en llegar.

― Dime que este tío si entendió. ―sonriendo dije:

― ¿Habéis calculado el tiempo para llamarme?

― ¿Qué querías que hiciera?, si mi intención no era interrumpir. ―aproveché que no me veía para rodar los ojos.

― Lo descubriré dentro de unas horas. ―mi acento era mucho más notorio en este momento.

― ¿Y si lo tienes coladito?, ¿qué pasa si se enamoró? ―preguntó haciéndome reír, que pesadito.

― ¿Vas de broma? ―ahorrándome el decir que el amor no existe, continué―, nadie se enamora tan rápido, y si lo hizo, no será mi problema, yo estaré a millones de kilómetros, a de olvidarme.

― Uno, qué cruel eres. Y dos, te sorprendería saber cuántas personas se enamoran a los segundos. ―poniendo los ojos en blanco, seguí escuchándolo.

Rumores [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora