20. Galantes

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Me encantan los rumores de los gemelos, porque ellos flirtean mejor que su hermano.


 Dejé de bailar al ver como tiraba de su muñeca para llevarlo, no tengo ni idea de adonde iban, pero no me gustaba nada, ¿tan pronto?

― ¿Qué sucede?, ¿Quieres que no vayamos? ―la chica volteó hablando sobre mis labios.

No recordaba su nombre, pero le sonreí de lado sujetando su cintura, pero dentro, estaba enojado, ¿en serio se fue con Carlos?

― Es una lástima que no pasará, porque con quien lo tendré, está abajo, esperándome. ―no entiendo por qué me lo pregunto, si lo dijo, muy claro.

― Sí. ―mis ganas de sexo eran nulas, pero si me ven irme con ella, estoy seguro de que llegará a los oídos de Stitch.

Despidiéndonos de los chicos, salimos por la puerta principal, la llevé a mi auto y conduje sin decir nada, no era necesario, no podía. Las imágenes de Amunet teniendo sexo con él me molestaban, ¿era tan sencillo para ella?, olvidarlo todo y ya.

Por lo visto si, y joder que mierda tan fea es sentir esa opresión en el pecho. Tenía la mandíbula tensa, no puedo creer que yo esté pensando en esto, pero por lo visto, no puedo dejar de pensar en ello.

Salí de mis pensamientos sintiendo como una mano se posaba sobre mi pierna, siguiendo un camino hacia mi pene. Vi a la rubia con una sonrisa coqueta, por unos minutos, olvidé que estaba aquí.

― ¿En qué piensas? ―preguntó elevando su cuerpo para besarme el hombro.

― En nada ―retiré su mano con calma―. Te llevaré a casa. ―escuché el sonido de decepción.

― ¿No iremos a tu casa?, cariño, podríamos pasarlo muy bien. ―en el semáforo rojo, la vi.

Como no recordaba su nombre, simplemente continué― Si me das la dirección de tu casa, te dejaré. ―mirándome desanimada, hizo lo que le dije.

Conduje en silencio, y llegando a la dirección que me dio, esperé a que salga, pero se quedó mirándome esperando a que cambie de idea.

― Podríamos pasar, y. . .

― Tengo cosas que hacer. ―traté de ser amable, y al escuchar mi respuesta, salió golpeando la puerta.

Al ver que entraba en su casa me fui, no supe qué hacer, simplemente aceleré sin poder evitar imaginar lo que Stitch hace en este momento, mierda y más mierda. Me parece injusto que ella tenga sexo, y yo esté aquí, de camino a mi departamento a dormir. La vida es injusta.

Unos minutos después, donde estoy seguro de que me llegarán multas por exceso de velocidad, vi un bar, pensándolo un poco, no sería mala idea, relajarme un poco, no tomaría, pero quiero despejarme un poco.

Estacioné y poco después estaba buscando un lugar en la barra.

― ¿Qué te sirvo? ―preguntó un muchacho.

― Nada.

Se fue y llegó un chico.

― ¿Todo bien? ―empezó a limpiar el sitio.

― Sí. ―dije tajante.

― No parece. ―qué entrometido.

― ¿Quieres callarte?, trato de pensar. ―si el muchacho no se iba, desquitaría mi enojo con él.

― ¿Cómo se llama? ―eso llamó mi atención.

― ¿Qué? ―lo miré.

― ¿Cómo se llama?, la chica, o chico, claro.

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