18. Imaginándolo

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Se corre el rumor de que, su imaginación es tan poderosa que, puede llevarla a tenerlo entre sus piernas, pidiéndole sus gemidos.


Cuando la noche terminó, pudimos llegar a casa, estaba agotada, pero eso no impidió que hable con Ro, él estaba feliz, y contagiada pude relajarme, al fin. Quitándome el vestido, pasé mis dedos por mi pecho, recordando como los pasó delicadamente por mi piel. ¿Cómo un roce tan pequeño puede desestabilizarme tan fácil?

Que parezco una adolescente, joder, tengo veinte años, no trece, esto es una idiotez. Miré mi cuerpo desnudo en el espejo, vi mi figura.

Mi cuello.

Sus labios sobre la piel.

Mis pechos.

La forma en la que me los amasaba.

Mi cintura.

Sujetaba con fuerza para pegarnos.

Mis caderas.

Como con presión detenía mis movimientos.

Dejé de verme, si seguía no la contaba, con enojo me puse a buscar un pijama. En lo que sacaba las prendas, una de sus sudaderas apareció. Mirándola la tomé en mis manos, rodé los ojos por su dueño.

Sin pensar más, tomé las que tenía y guardé en un cajón que no utilizaba. Salí del armario cerrándolo a mis espaldas, resoplé de camino a mi cama, descalza, paré a mitad, no quería, pero mi cuerpo lo pedía a gritos.

Por más que quiera negarlo, no puedo, necesito quitar esta tensión de mi cuerpo, si no lo hago, explotaré. Cambiando de destino, fui a coger una maletita morada, y regresando al armario, saqué una braga, mi móvil estaba de camino, entonces lo tomé.

Haciéndolo antes de razonarlo, entré al cuarto de baño y le puse seguro, abriéndola, miré el vibrador negro. Desnudándome de la cintura para abajo, me acomodé sobre el retrete cerrado, buscando una canción la puse. Dirty Mind de Boy Epic.

Escuchando como iniciaba, cerré los ojos, después me odiaría, pero ahora, me dediqué en imaginar y seguir lo que horas antes había dicho.

Me sujetó del trasero para ponerme sobre el lavabo, abrió mis piernas y se acomodó entre ellas.

Con mis dedos acaricié mi piel, desde las rodillas, hasta mis muslos, un bucle con el que me calentaba a cada segundo.

Eran sus manos las que me acariciaban, eran sus dedos los que tocaban la piel. Era su voz la que me decía que abra más las piernas, era él quien me decía que quiere escucharme gemir.

Al momento que mis dedos llegaron a tocarme directamente, gemí, estaba mojada, acaricié mis pliegues lentamente, exhalé profundamente. La canción de fondo me excitaba más.

― Deslizan con facilidad. ―dijo sobre mi cuello, lo sentía.

Lubriqué mi clítoris, estimulándolo, presioné un poco, mis caderas se movían pidiendo más, en mi otra mano, sostenía el vibrador, lo encendí a uno y respirando rápidamente, lo pasé por la cara interna de mis piernas, así hasta acercarlo a mi centro. Una vez ahí. Le di un par de vueltas, jugueteando con mis labios superiores.

La pequeña vibración me quitó el aire. Mientras tanteaba, subí a dos, poniéndola sobre el gran centro de mi placer, girando, jadeé gustosa.

― Así, me encantan tus gemidos. ―gemí para que me escuche.

Sin poder aguantar mucho tiempo, me penetré, lenta y placenteramente, el juguete se abría paso por mis pliegues, estuve así con un tiempo, lo metía y sacaba con calma.

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