54. Mi regalo

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Que los rumores corran, yo también quiero un regalo como ese, es importante para mi vida.


Disfrutábamos de la fiesta, todos estaban aquí. Hablaba con los gemelos que me contaban sobre unos eventos de baile de Franz, y partidos de Joss, estaba entretenida con ellos, mirando de vez en cuando a su hermano mayor.

Las horas fueron pasando y poco a poco se fueron retirando, así hasta que al fin, quedamos Luca y yo. Estirándome, llegué hasta él, sentándome sobre sus piernas, me acuné contra su cuerpo.

― ¿Te cansaste? ―preguntó mimoso.

― Solo esperaba tenerte así. ―cerré los ojos olfateando un poco.

― Yo también. ―en esa posición, descansamos.

Su mano acarició mi espalda y yo tanteaba sobre su pecho, era tan cómodo que no nos movimos.

― No pienso perdonarte el que no me digas que sea tu cumpleaños. ―informé sintiéndome mal por no saberlo antes.

― Podías buscarlo en internet o preguntar. ―rodando los ojos, me enderecé.

― No te busqué, internet suele ser distorsionado y no quería encontrarme con algo que. . . Y no preguntaría por ti, no lo veo necesario.

― Yo no tuve la necesidad de buscarte, mis hermanos saben todo eso. ―ignoró la otra parte.

― Son mis mayores fans. ―bromeé acomodándome mejor.

― No, no lo son. ―alcé las cejas viéndolo sonriente.

― ¿No, entonces quién lo es? ―besó mi nariz.

― Yo, Stitch, alias Amunet Dumas. ―sin saber por qué, sentí como mi corazón latía con fuerza.

― ¿Así? ―asintió―. Es bueno saberlo capullo. ―seguimos así hasta que, vimos conveniente irnos, ya era momento.

Contentos, nos montamos en su auto, conduje mientras escuchábamos las canciones que salían. Llevo años sin escuchar una canción en un automóvil, ahora, lo hacía y disfrutaba, creo que la final Emé tenía razón.

― Esto es algo que pienso recordarte toda la vida capullo, ¿cómo se te ocurre no decirme que era tu cumpleaños? ―seguía con eso, y pensaba hacerlo.

― ¿Toda la vida?, ¿piensas estar conmigo toda la vida? ―tragando saliva, traté de calmarme y cambiar tema.

― Entiendo que no lo digan, pero ¿te costaba tanto decírmelo? ―no sabía a donde íbamos, pero tampoco importó.

― Ya pedí perdón. ―informó sonriente.

Continuando con nuestro recorrido, tras pasear un poco, llegamos al departamento de Luca, donde fuimos contentos mientras sus manos jugueteaban con mi blusa.

― Espero mi regalo de cumpleaños, opino que es momento de quitar el envoltorio. ―poco a poco fue tirando del listón que sujetaba mi ropa.

Entre risas, entramos y cerré la puerta con la pierna, empezó a besarme, gustosa, me dejé hacer.

― Dime que es lo que quieres. ―sujeté su cabello mientras iba bajando.

― Por el momento deja que desnude a mi regalo. ―excitada, vi como sus dientes tiraban de la cinta para quitar el nudo y tener al descubierto mis pechos.

Con premura, empezó a chuparme, la fuerza que usaba en cada succión me volvía loca, necesitada de él, enredé mis dedos en los mechones de su cabello, así, lo apegué más a mí. Juntó mis pechos y pasó su lengua por mis pezones erectos, temblando jadeé.

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