49. Los latidos

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Rumores que todos esperábamos, parece que las cosas van a cambiar un poco, esos latidos son de amor.


En medio del techo, me acomodé a horcajadas para hacer lo que más nos gustaba, sexo. Nuestra adicción por el otro era mucha.

Subiendo y bajando, sus dedos clavados en mi piel, gemí sobre su boca. Moviéndome como sabía hacer para otorgarnos placer, llegamos al máximo, las estrellas nos abrazaron placenteramente.

Reacomodando nuestra ropa, nos limpiamos y continuamos hablando, así, hasta que vimos el sol. Ya estaba amaneciendo, esto era completamente increíble, jamás pensé que se vería tan hermoso. Luca concordó conmigo.

Borrachos hasta no poder más, bajamos, no tengo ni idea de cómo no nos matamos en el intento, pero lo logramos, estábamos caminando hacía el baño de mi habitación de manera descoordinada.

Entré yo, con su ayuda, me bajé la panti y me senté en el retrete, en silencio, esperamos a que termine. Hecho eso, salimos.

― ¿Qué haces? ―preguntó al verme hacer reverencia.

― Gracias, gracias. ―algo empezó a vibrar y me asusté, ¿qué era?, toqué mi cuerpo pensando que salía de ahí.

― Creo que es tu celular. ―arrugué la nariz buscándolo, no lo encontré.

― ¿Dónde te metiste? ―lo encontré en el tocador, al fin pude contestar, después de varios errores.

― Así, mira. ―lo hizo por mí.

― Gracias. Hola. ―me senté en la esquina de la cama.

Hola Amunet, soy Mauricio, de Portugal.

― Manuel. Hola. ―contesté haciendo que Luca se apegue a mí.

― Buenooo, te llamo por la solicitud de Nirvana. ―lo miré desde mi posición.

Joder, que guapo es.

― Sip.

― Aceptamos el proyecto de Mulut, te mandarán un correo con todo. ―sentí tanta felicidad, no solo porque acepten mi proyecto, sino que Luca estaba increíblemente guapo, se veía tan imponente.

― Grandioso, se lo comunicare a todos. Gracias. ―terminé la llamada sin importarme nada más que quitarle la polera.

― ¿Quién era?

― Acaban de aprobar mi proyecto. ―dije pendiente en hacer mi trabajo.

― Eso es grandioso. ―no puso impedimento.

― Exacto, ahora, dame mi premio. ―tirando de su cadena, lo atraje para besarlo como me gusta.

Como me gusta besarlo.

Como me gusta sentir su cuerpo contra el mío.

Que sus manos estén sobre mí. Tocándome con precisión.

― Te daré todo lo que quieras. ―colándose dentro de mi vestido, comenzó a tocarme.

Beso tras beso.

Caricia tras caricia.

Deseo.

Pasión.

Esto se sentía mejor de lo que alguna vez pensé.

Mi ritmo cardiaco se aceleró sorprendentemente.

Terminando el beso, sonreí.

― ¿Qué sucede? ―preguntó acunando mi culo.

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