39. Hermoso

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Señores, que sus rumores me ponen. . . ¡Necesito agua, aire!, ¿tienen que ser tan sensuales siempre?


Sí.

Parecía que mi cuerpo no respondía a mis órdenes, estaba quieta, completamente. Quiero esto, lo quiero como no quise nunca antes algo, por eso temo, temo no poder controlarme lo suficiente.

Pero, por primera vez en mi vida, quise arriesgarme, solo sería sexo, eso es lo que quiero, sexo sin complicaciones, y que Luca me dé eso, es increíble.

― Desnudos, moviéndonos sobre el otro. ―joder que calor.

Estaba ardiendo, estaba que me quemaba.

Aceptar esto es aceptar que tengo que ser más cuidadosa, y lo sería porque quiero esto, soy Amunet Dumas, y siempre controlo las cosas, este caso no será la excepción.

Sentir sus manos sobre mi cuerpo es de las mejores cosas, sus manos son grandes, perfectas para mí.

― Acepta. ―escuché el susurro, fue tan suave que no sé si se dio cuenta de que lo dijo.

Quería hacer tantas cosas ahora, pero no me movía, seguía como una roca, con el paso de los segundos, mi respiración se aceleró.

― Solo dímelo, tienes el poder.

Mi cuerpo estaba inestable, estar entre la isla y él era lo que me mantenía de pie. Su erección presionando mi estómago, tenerlo listo era excitante.

Disfruté de cómo me moldeaba a su gusto, cerré los ojos dispuesta a todo. Mi respuesta era afirmativa, lo era. Pero al sentir como se alejaba no entendí, ya no estaba tan pegado a mí. Nos encontrábamos cerca, aunque no tanto como antes.

Estaba mirándome con espera de algo, yo no me moví, quería hacerlo, mi cuerpo estaba totalmente quieto. Poco a poco iba alejándose, y sentía que me faltaba.

― Está bien. ―nuestro contacto terminó.

La garganta se me cerró, no pude decir nada, y eso me exasperaba, con sutileza fue retrocediendo, así hasta tener una buena distancia entre nosotros, no quería esto, no quería que se aleje.

― No volveré a molestarte. Esto termina aquí.

¿Por qué no digo nada?

― Nos vemos después Amunet. ―escucharlo llamarme por mi nombre fue extraño, y no me gustó.

Antes de voltearse para irse, reaccioné, por fin reaccioné, parpadeando, respiré con profundidad, para detenerlo, estiré la mano hasta tener entre mis dedos su cadena. Lo sujeté con fuerza. Nuestros ojos conectaron, yo, decidida, y él, confundido.

― Esto no termina aquí. ―tirando de él, acerqué nuestros rostros.

Mirándolo a los ojos, haciendo que nuestros cuerpos se junten, pude sentirme bien, muy bien, tener su calor junto al mío, me encantaba sentirlo junto a mí.

― Sin dramas, sin sentimientos de por medio, solo sexo. ―no dejé que responda, lo besé.

En esta ocasión, fui yo quien hizo el trabajo, abrí mis labios para recibirlo, pero, sorprendentemente, él se quedó quieto, tentándolo, pasé mi lengua por su labio, le di un mordisco, no respondió, se quedó quieto.

¿Es demasiado tarde?

¿Ahora es él el que ya no quiere?

― Bésame Luca. ―pedí.

Mirándolo a los ojos quise saber qué pensaba. Supuse que ya no quería esto, estaba por detenerme, cuando sus manos cogieron mis caderas con fuerza.

Sus labios se apoderaron de los míos, gustosa, acepté su beso, en eso, volvió a acorralarme contra la isla, jadeé sintiéndome completa por tenerlo así. Como extrañaba esto.

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