22. No eres mi madre

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Juro que este tipo de rumores me cansan. Tiene que entender que ella no tiene nada que hacer ahí, es momento de dejarlos en paz.


Ya por la noche, llegué a mi departamento. Tirando mis cosas a la primera superficie que encontré fui a la cocina para hacerme algo de comer. Teniendo el emparedado en mis manos, escuché como me llamaban, fui a la sala de entrada para encontrar mi teléfono, seguía sonando, pero no lo encontré, puse el pan entre mis dientes para usar mis dos manos, encontrándolo, contesté al ver que era mi padre.

― Papá. ―hablé con la boca llena de comida.

― Hijo, ¿cómo estás?

― Bien. ¿Sucede algo?

― Nada importante, es solo que. . .

― Papá, si me llamas a esta hora, tiene que ser importante.

― Hay algo que no esperaba. Pero por lo visto. . . ―fruncí las cejas dejando de comer.

― Te escucho extraño. ―empecé a preocuparme.

― Lauren está aquí. ―escuchar ese nombre me puso alerta.

― ¿En casa?

― Sí. Llegó hace una hora, quiere hablar contigo. ―presioné los dientes saliendo de casa.

― ¿Qué es lo que quiere? ―mi enojo crecía a cada segundo.

― No quiere decir nada si no llegas, hijo. . . no está sola, Danna viene con ella.

― ¿Por qué?, ¿por qué se empeña en hacernos la vida más difícil con todo?, ¿por qué simplemente no desaparece? ―respiré saliendo del departamento.

― Hijo, tienes que calmarte. Haré lo posible para hacer que se vaya, solo te llamaba porque tienes que saberlo. ―encendí el coche saliendo del estacionamiento.

― Está bien, pero voy igualmente.

― Bueno, conduce con cuidado. ―terminé la llamada acelerando.

Las calles se encontraban vacías, entonces pude hacerlo como más me guste, ya después me llegaban las multas. Conduje presionando el volante con fuerza, sería una noche larga.

En menos de media hora, frené saliendo rápidamente, no quiero a esa mujer en casa de mis padres, no quiero que esté cerca de los gemelos, tampoco de mamá.

― ¿Se encuentra bien?

― Si, ¿podrías estacionar por mi Manuel? ―asintió con cara de preocupación.

― Trate de calmarse, sus hermanos están en casa. ―recomendó.

Respiré antes de abrir la puerta caminando a pasos grandes, en el salón, estaban mis padres con Lauren y Danna.

― Cielo ho. . . ―la ignoré caminando a mis padres, saludándolos hablé con mamá.

― Cariño, tienes que calmarte. ―tocó mi cachete con mimo.

― Estoy bien. ―ellos se miraron y me dejaron a solas con ambas mujeres.

― Hijo, estoy aquí, tu madre.

― ¡No eres mi madre! ―exploté por su descaro―, no eres mi madre. ―respirando, usé todas mis fuerzas para no gritar. Tengo que relajarme, Manuel tiene razón, mis hermanos están aquí.

― Cielo, quise presentarte a Victoria. Es la hija del amigo que te hablé, pero por circunstancias del destino, ahora está Danna, y no sería mala idea que retomen su relación.

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