16. Gemelos traicionados

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Los rumores dicen que Luca tiene los requisitos necesarios para gustarle a todas.


Llegamos a la casa de mis padres, los saludamos y hablamos un poco antes de que los gemelos bajen y al verme se retiraran corriendo.

― ¿Qué fue eso? ―preguntó Emma.

― Están ofendidos. ―esperamos un poco y de pronto escuchamos que me llamaban.

Muchísimo más confundido, fui con ellos, me esperaban en el jardín, extrañado, llegué y los vi uno al lado del otro.

― Chicos. ―estaban serios.

― Nos mentiste. ―mostraron sus manos. Tenían sus armas de gomaespuma.

― Esto es por la traición. ―cargándolas empezaron a disparar en mi contra.

Varias impactaron en mi cuerpo, tratando de esquivarlas, me reprocharon el que no les diga nada sobre su diosa.

― Dijiste que no la conocías. ―Joss gritó.

― No la conozco. ―respondí.

― Dijiste que no te interesaba. ―Franz siguió lanzando las gomaespumas.

― No me interesa.

― La llevaste en tu auto. ―ahí lo entendí.

― Estaba lloviendo ―me acorralaron, no podía retroceder, si lo hacía, terminaría dentro la piscina―. ¿Qué querían?, ¿qué la deje en media calle?, la próxima vez lo haré. ―no lo haré, parecieron pensarlo.

― Ni se te ocurra dejarla. ―quien los entendía.

― ¿Qué les sucede?

― Nuestra diosa, dijiste que no la conocías. ―retrocedí cuando apuntaron nuevamente.

― ¡Mamá, tienes que encerrar a los monstruos!

Molestos se acercaron más, el piso estaba mojado, resbalé, caí a la piscina mojándome completamente. Al salir vi a mis hermanos, se miraron y soltaron sus armas para levantar las manos en forma de tregua.

― Oh, oh. ―nadé hasta llegar a la orilla, saliendo corrí a por ellos.

Trataron de escapar, pero soy más rápido, entonces no se me hizo difícil atraparlos. Cargándolos sobre mis hombros, caminé de regreso a la piscina.

― Ahora pequeños ratones, a nadar. ―al lanzarlos se sujetaron de mí, caí con ellos.

Jugando con ellos decidimos ir por nuestra amiga que reía a carcajadas. Cargándola como hace poco lo hacía con ellos, gritó:

― ¡Suéltame! ¡Que me sueltes Luca! ¡De esta no te libras, juro que si me tiras no te la libras! ―riendo vi a mis hermanos.

― Esta va por ti Emma. ―tirándola reímos al ver como chapoteaba para salir.

― ¡Que hace frío! ¡Juro que no te libras! ¡Seguro que se me corrió el maquillaje! ―siguió quejándose hasta lograr salir.

Forzamos cuando trató de tirarme, lo que no vimos fue que mis hermanos se tiraron sobre nosotros. Durante un tiempo, jugamos como unos niños, y entre risas, recordé a Stitch. Se habría enojado bastante si la tiraba, y habría fruncido el ceño como solo ella sabe hacerlo.

Terminando de jugar, salimos, nos esperaban cuatro mujeres con toallas, tomándolas, les agradecimos y se retiraron. Ya cambiados, comimos un poco mientras hablábamos. Emma decidió irse a casa, usó la ropa que tenía en esa casa y nos despedimos.

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