12. Bienvenida.

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Tengo una duda con este rumor, si ellos dos se encierran en el cuarto de limpieza, ¿qué es lo peor que puede pasar?


― Quitaré mi mano, pero no tienes que gritar. ¿Gritarás? ―negué con la cabeza como respuesta―. Bien, además, si gritas nadie te escuchará. ―retiró su mano lentamente. Aún me tenía en su agarre, entonces no me convenía gritar, si gritaba pondría su mano de nuevo.

― ¿Puedes soltarme? ―siseé enojada.

― Lo haré, pero tienes que calmarte ―libre, lo primero que hice fue alejarme de la persona. Sin darme vuelta, observé mejor el lugar, buscando algún arma que pueda utilizar, cuando encontré un sartén, di vuelta lentamente, ya tenía mi arma, solo tenía que ver quién era el gilipollas que me secuestró―. Hola. ―dijo con una gran sonrisa. Caminé rápidamente, acercándome, cogí un sartén y le di un golpe en el rostro.

― Déjame ir. ―lo amenacé con el arma en manos. Él tenía la llave.

― ¿Qué te pasa?, estás loca ―tenía sus manos sobre su nariz―. Me rompiste la nariz.

Rodé los ojos― No lo hice. Ábreme la puerta, quiero irme. ―no me acerqué, era peligroso, no sabía cómo actuaria.

― ¿Quién te crees? ―busqué un poco de papel y se lo pasé, en eso, cogí un cuchillo de cocina.

― Ya listo, ahora ábreme la puerta. ―amenacé con ambos, no sería capaz de usar el cuchillo, pero podría dejarlo inconsciente.

― Baja eso, te lastimarás. ―utilizó el papel para limpiarse. Tenía sangre en su polera blanca, no era mucho.

― Déjame salir y no te haré daño. ―soltó una carcajada por lo que dije.

― ¿Daño tú a mí?, claro. ―eso me molestó más, ¿no consideraba que yo era capaz de lastimarlo?

― Lo haré. ―afirmé enojada.

El seguro de la puerta se escuchó, alguien entraría, estaba salvaba, me relajé una milésima de segundo, porque cuando entró era otro chico, igual al que tenía sangrando a unos metros.

― ¿Qué pasó aquí? ―nos miró asombrado y después empezó a reírse―. Mírate Marc, una niña de metro y medio te metió una paliza. ―me enojé por su comentario. Estaba a punto de responder cuando el chico habló.

― Cállate, ella está loca, no te le acerques. ―estaba molesto, se notaba en el tono de su voz.

― Sí, sí. Mis respetos niña, eres la primera que logra darle una paliza. Dame esos cinco ―levantó su mano para chocarlas, yo no lo hice, solo los miré―. ¿No?, como sea, nos esperan, ya está todo listo. ―el otro muchacho habló.

― Llévala, yo no me acercaré a la loca. ―pero si será idiota.

― Mira Marc, tienes muy merecido ese golpe y agradece que no te doy dos. ―estaba molesta, muy molesta.

― Muéstrame tu mano ―el chico se acercó. Levanté más mis armas para que no se acercase―. Únicamente te revisaré la mano, sangras ―miré, con el filo me corté sin darme cuenta, soltándolo dejé que me revise―. Bueno niña, no es grave, pero tengo que interferir para que no se infecte. ―señaló un armazón.

― ¿Qué?, me golpeó a mí, ¿Piensas curarla a ella y no a mí?, no me jodas. ―se dirigió al fregadero del lugar.

― Estás bien, deja de quejarte ―él fue directo al armazón, teniendo la caja blanca regresó a mí, ahí fue sacando lo que necesitaba―. Dame tu mano. ―se la di desconfiada. Me desinfectó, hice una mueca por el ardor.

Rumores [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora