Rumores [+18]

25. Hora de hablar

Prestemos atención a este rumor. Tienen que hablar, pero eso no significa que tenga que hacerlo primero, antes necesitan liberar toda su tensión.

Entrando a mi auto marqué a Emm.

― Si llamas por brownies. . .

― No, creo que quedó más que claro el que confundas polvo con harina.

― María me ayudó a solucionarlo, estaban tan deliciosos que no quedó ninguno.

― ¿Recuerdas la llamada de la tarde? ―sabía cuál era el camino a la cabaña, entonces emprendí marcha.

― Sí. . . Eso, le dije a Adrián que no se meta con Amunet, tranquilo pueden seguir con ello. ―fruncí las cejas sin comprender.

― ¿Seguir con ello?

― Vamos Luca, que te conozco desde que no sabías decir dinosaurio. Te interesa y esas miraditas, y las peleas, la tensión entre ustedes es obvia, que tú pienses que no lo note, es indignante ―sonreí negando con la cabeza―. Pero tranquilo, si lo que quieren es mantener este encuentro en secreto, yo no diré nada.

― ¿Eres la única que lo sabe? ―pregunté, sé que a Stitch no le gustaría saber que más personas lo saben.

― Sí, no creo que los chicos lo sepan. ―eso era bueno.

― Mira, necesito que me hagas un favor.

― ¿Tiene que ver con Am? ―preguntó mimosa.

― No. ―respondí inmediatamente.

― Entonces no, si me mentirás desde la primera, no te ayudaré.

― Que no miento.

― Si claro. ―detector de mentiras.

― Necesito mis llaves, de la cabaña del lago.

― Te las daré si eres honesto. . . ―la interrumpí cuando trató de hablar.

― Sí, estaré con Amunet, ahora, pasaré por tu casa, y me las das, no digas nada, gracias, te quiero, adiós. ―terminé la llamada antes que pueda decir algo.

En ese momento le mandé la dirección a Stitch, dentro de poco las cosas quedarían claras.

Recogiendo mis llaves, conduje hasta llegar a donde estaba esperándome.

― ¿A dónde vamos? ―salió de su auto para conversar.

― Falta un poco para llegar ―rodó los ojos cuando regresaba al interior―. Iremos en el mío Stitch. ―se detuvo.

― No, yo no. No, eso no pasará. ―vaciló si decir algo más, al final decidió callar.

― Tenemos que ir a un lugar que no conoces. ―objeté.

― Dame la dirección, la pongo en el navegador y sabré ubicarme.

Traté de convencerla, pero era bastante terca, no quería subir al mío, y terminamos discutiendo sobre otro tema, no entiendo como llegamos a esto, hace poco hablábamos sobre la locación y ahora discutíamos sobre la seguridad de conducir.

― Que no seas más capullo joder. Ya te digo yo que iré en mi coche, ¿por qué tienes que ser tan pesadito?, es más seguro si. . .

― ¿Más seguro?, conozco este sitio desde que soy un niño, tienes más riesgo de correr un accidente sola que conmigo, no seas terca, mi auto o el tuyo, decide. ―la tenía cerca y necesitaba concentrarme para no besarla.