7. No puede ser

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No hay duda de este rumor, estos dos, están destinados a reencontrarse hasta en sus sueños más puercos.

Mi despertador hizo su trabajo a las seis de la mañana, tomé un baño y me puse ropa deportiva para salir a correr un poco, lo hacía cada día por medio, y aproveché para ir a conocer la zona más a fondo.

Regresando, vi que mis padres, se encontraban en la cocina, entré en un momento íntimo para ellos, un beso cariñoso los unía, rey tenía sus manos en su cadera y reina las tenía en su cuello, hice una mueca aclarando la garganta ruidosamente.

― Cielo, despertaste temprano. ―terminaron el beso sin alejarse mucho.

Desayunamos para ir a caminar, dentro de trece días comenzaría mi nueva travesía. Durante la semana estuvimos acoplándonos, no fue muy difícil.

Como era nueva, empecé a movilizarme, ya tenía un par de planes, y ahora tenía que hacerlos realidad. Me encantaba lo que hacía, disfrutaba cada proyecto, esta era mi vida y por nada del mundo la cambiaria.

Los días pasaron rápidamente, ahora me preparaba para dar una conferencia de prensa, sobre lo importante para lo que llevaba.

― Amunet, ¿lista? ―preguntaron unos chicos.

― Sí. ―mentira, ya había hecho esto antes, y al igual que las anteriores, me ponía muy nerviosa.

Respirando, intenté calmarme.

― Tienes una llamada. ―me tendieron el aparato y contesté.

― Lo harás maravillosamente. ―sonreí al escuchar a mi estorbo.

― Los nervios me comen.

― La mujer de mi vida es tan asombrosa que no tendría por qué sentir nervios.

― Muy gracioso.

― Todo saldrá bien. Confía en ti.

― Sí, tengo que ponerme las pilas. Vamos.

― Así se habla, ahora, ve a por ello. ―agradeciendo, salí del camerino.

Como era de esperarse, apenas aparecí, las cámaras capturaron el momento. Sonriendo, busqué a mis padres, que con una mirada me mostraron su apoyo. Respirando, inicié, no era la gran cosa, solo un informe de varias cosas.

Llegó el gran día, despidiéndome de mis padres, conduje hasta la universidad, el silencio estaba presente mientras enlistaba todo.

Ingresé y vi la gran edificación, un par de guardias custodiaban el lugar, era entendible, muchos estudiantes eran personas conocidas, lo mejor era tener seguridad.

El sitio era demasiado grande como para perderse, moviéndome con cautela, encontré el anfiteatro donde tendría mi primera clase, trescientos cuarenta y dos B, estaba revisando un par de cosas cuando el movimiento empezó, me encantó ver a todo tipo de personas, todos diferentes, y muy amables.

― Hola. ―se acercaron un par de chicas.

― Hola.

― ¿Cómo es?, o sea, fuera de su rol de maestro, si sabes. ¿No? ―no entendí mucho

― O sea si, nos superencanta y así.

― Cariño también puedes decirnos como hacer que, ya sabes ―hizo unas señas―, con nosotras, obvio, podríamos ser grandes amigas y así.

― ¿Quién?

― Ethan. ―entendiendo inflé mis cachetes, ya esperaba esto.

Conocía a varios de los que estaban ahí, por diferentes razones. Pasamos las dos horas que duraba, y después fui a por algo de comer, ahí, me encontré con Emma, una chica que la conocí en el aniversario de la empresa Mulut.

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