38. No más

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Dos rumores.

Tenemos que pensar en las dos opciones apetitosas que nos ofrece su presencia.


― Quédate quieto. ―empujó mi hombro.

― No me moví. ―presioné sus caderas contra mí.

― Que ya. ―suspirando, dejé de tocarla, eso era tan difícil, mis manos se movían por si solas.

― Si me escucharas, esto sería más divertido. ―sentencié sujetándola otra vez, no podía, me era muy difícil no tocarla.

― La idea de tener sexo para limpiarnos no era una buena idea. ―antes que pueda detenerme, pasé mi lengua por su cuello, chupé sintiendo el dulce de este.

― Por la forma en que tiemblas, yo diría que sí. ―dejé un beso pequeño antes de verla.

― Cierra los ojos. ―ordenó, lo hice sonriendo.

― Un beso a cambio no sería mala idea. ―en lugar a eso, sentí un golpe.

― Ahora quédate quieto o no te limpiaré. ―no hablé.

No veía, pero sentía, mis manos no dejaron de moverse, por sus piernas, de forma descendente y ascendente, su trasero, los acuné y presioné.

― Ya puedes abrirlos. ―pero no lo hice, seguí tocándola.

― Estoy bien así.

― Abre los ojos. ―primero abrí un ojo, luego otro.

― Muy bien, ahora ven aquí. ―quise atraerla a mí para besarla, pero no pude.

― No. ―quitando mis manos intentó alejarse, la detuve presionando mis piernas en su cuerpo.

― Ahora sube y vamos. ―rodó los ojos lanzándome la toallita a la cara.

― Sí, ya. ―sin darme tiempo de nada, entró en su auto y yo la seguí.

― A mi departamento. ―se detuvo mirándome.

― No pienso arriesgarme. Otro lugar.

― No haremos nada que no quieras. ―dudó antes de responder.

― Otro sitio.

― ¿Crees no poder controlarte? ―no respondió.

― No iré a tu departamento.

Después de un poco, después de discutir, terminamos de camino a mi departamento, donde la regla que impuso fue no acercarme a ella a menos de metro y medio.

Llegamos sin tardar mucho, y apenas hacerlo, ella fue a darse un baño, yo también, pero como petición suya, en diferentes baños. Qué aburrida.

Terminando, le dejé un poco de ropa para que la use. Esto me enoja, tengo que emplear de todo mi autocontrol, incluso del que no tengo, pero me resulta tan difícil no ir por ella y follar.

Estaba en la cocina preparando algo de comer, cuando la escuché llegar, volteé a verla, que utilice mi ropa, me dejó noqueado, esto es algo que no esperaba, le quedaba de maravilla, ella era tan pequeña, y mi ropa grande.

Verla solo con esas prendas hizo que quiera darle toda mi ropa para que la maneje, bajando un poco la vista, vi sus pezones, se marcaban por la tela. No tiene el short puesto y la curiosidad de si estaba o no con el boxers, me comía, esto era una tentación tan grande.

― ¿Qué? ―preguntó acercándose para ver lo que hacía.

― Estoy planteando dos opciones, la primera, dejarte con mi ropa puesta y ver lo bien que te queda. ―la admiré tratando de ver más.

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