Rumores [+18]

43. Preguntas

Es la primera vez, pero estos rumores nos hacen dudar, ¿será que las cosas cambian?

Verla morderse el labio mientras piensa hizo que yo también lo haga.

― Tengo que ir a casa, ahí tengo todo. ―empezó a moverse recolectando su ropa.

Molesto con la situación, seguí buscando opciones, no quería que se vaya, quería seguir pasando el tiempo con ella.

― ¿Cómo pude ser tan olvidadiza?, joder que torpe. ―estaba vistiéndose velozmente cuando se me ocurrió algo.

― ¿Los subiste? ―asintió perdida en ella―, ¿y si lo hacen desde mi portátil? ―en ese momento, dejó lo que hacía para verme.

― Claro, ¿dónde lo tienes? ―subimos a mi habitación.

Dejándole que haga lo que tenga que hacer, la observé mover los dedos sobre el teclado, buscar y entrar a su cuenta. Tratando de ser paciente, no la molesté, eso parecía ser importante, entonces mejor no molestarla.

Hizo un par de llamadas y con la última, cerró el aparato y se tiró a la cama boca abajo, divertido por verla, me acerqué acomodándome a su lado.

― Eso no puede volver a pasarme, ¿cómo se me pudo olvidar enviar algo tan crucial como ello?, que soy torpe. ―dijo contra las sábanas.

― Pero lo enviaste, tranquila. ―moví su cabello de lado para ver parte de su rostro.

― Sí, pero por poco y lo hago tarde, si Ro no me llamaba, lo olvidaba completamente.

Sintiéndola tensa, hice un par de masajes en sus hombros, suspiró lentamente.

― No te detengas, realmente lo necesito. ―sonriendo de lado al verla cerrar los ojos, desnudé la parte de arriba.

Subiendo a horcajadas, le hice masajes, quería relajarla, y parece que lo estaba consiguiendo, de pronto, su respiración se normalizó y supe que estaba dormida. Con cuidado me levanté para terminar de desnudarla y ponerle una polera mía para que duerma.

Mientras la acomodaba en la cama, me dediqué en observarla. Se veía en paz, sin contener una sonrisa, la tapé, le di un beso en la frente y me alejé, y tan pronto como sonreí, dejé de hacerlo.

― ¿Qué mierda. . .? ―sin hacer ruido, abandoné la habitación.

Sintiéndome completamente idiota, caminé por mi departamento, poniendo en orden unas cosas, y llegado el momento de guardar el helado sentí extraño, confundido, saqué una cerveza y fui al balcón, necesito aire.

Mirando la ciudad, pensé, trataba de ignorar el tema que Stitch no salía de mis pensamientos, pero al final desistí, por más que traté, no podía, de alguna u otra forma, ella regresaba a adueñarse de ellos.

Con su carácter indomable, con sus respuestas y su chulería.

Sintiéndome extraño hasta más no poder, llamé a Mateo, necesito el consejo de un amigo.

― Joder hermano, ¿sabes qué hora es? ―respondió adormilado.

― No, pero necesito un consejo. ―le di un gran sorbo, lo necesitaba.

― ¿Ahora?, son las tres de la madrugada.

― Sí, después estoy seguro de que las cosas cambiarán. ―por alguna razón, al verla dormir algo pequeño cambió.

― Está bien. ¿Qué pasa? ―con otro trago, terminé la cerveza.

― ¿Cómo supiste que Emma e Isabella te gustaban? ―levantándome fui por otra.