•[𝟔 𝟑]•

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—Vengan a ver lo que he estado cultivando — dice Hagrid. Habían ido con Hagrid para tratar la maldición de Ron y lamentablemente, con el paso del tiempo las babosas desaparecerán así que el pelirrojo yace con una palagana en sus manos para que vomitara las babosas que le quedan. Harry y Hermione han tomado su té así que salen al patio para ver los cultivos.

En la pequeña huerta situada detrás de la casa de Hagrid hay una docena de las calabazas más grandes que Harry ha visto nunca. Más bien parecen grandes rocas.

—Van bien, ¿verdad? — dice Hagrid, contento—. Son para la fiesta de Halloween. Deberán haber crecido lo bastante para ese día.

—¿Qué les has echado? —pregunta Harry. Hagrid mira hacia atrás para comprobar que están solos.

—Bueno, les he echado... ya sabes... un poco de ayuda.

Harry ve el paraguas rosa estampado de Hagrid apoyado contra la pared trasera de la cabaña.

—¿Un hechizo fertilizante, tal vez? —pregunta Hermione, entre la desaprobación y el regocijo—. Bueno, has hecho un buen trabajo.

—Eso es lo que dijo tu hermana pequeña —observa Hagrid, dirigiéndose a Ron—. Ayer la encontré. —Hagrid mira a Harry de soslayo y el niño ve que le tiembla la barbilla—. Dijo que estaba contemplando el campo, pero me da la impresión de que esperaba encontrarse a alguien más en mi casa.—Guiña un ojo a Harry—. Si quieres mi opinión, creo que ella no rechazaría una foto fir...

—¡Cállate! — replica Harry. A Ron le dio la risa y llena la tierra de babosas.

—¡Cuidado! —grita Hagrid, apartando a Ron de sus queridas calabazas.

Ya casi era la hora de comer, y como Harry sólo ha tomado un caramelo de café con leche en todo el día, tiene prisa por regresar al colegio para la comida. Se despien de Hagrid y regresan al castillo, con Ron hipando de vez en cuando, pero vomitando sólo un par de babosas pequeñas. Apenas puesto un pie en el fresco vestíbulo, oyen una voz.

—Conque están aquí, Potter y Weasley. —La profesora McGonagall camina hacia ellos con gesto severo—. Cumplirán su castigo esta noche.

—¿Qué vamos a hacer, profesora? —pregunta Ron, asustado, reprimiendo un eructo.

—Tú limpiarás la plata de la sala de trofeos con el señor Filch — dice la profesora McGonagall—. Y nada de magia, Weasley... ¡frotando! —Ron traga saliva. Argus Filch, el conserje, era detestado por todos los estudiantes del colegio. —Y tú, Potter, ayudarás al profesor Lockhart a responder a las cartas de sus admiradoras — indica la profesora McGonagall.

—Oh, no... ¿no puedo ayudar con la plata? —pregunta Harry desesperado.

—Desde luego que no — dice la profesora McGonagall, arqueando las cejas—. El profesor Lockhart ha solicitado que seas precisamente tú. A las ocho en punto, tanto
uno como otro.

Mientras los niños van al comedor -Harry ya no siente regocijo de comer- se lamentan sobre sus castigos, casi como si fuese una sentencia de muerte y terminando de comer, ambos se separan para irse a sus respectivas condenas.

¿Quién creería que ese día Harry, estando en la sala de defensa contra las artes oscuras junto con Lockhart, oyera por primera vez una voz que nadie escucha?

¿Quién creería que ese día Harry, estando en la sala de defensa contra las artes oscuras junto con Lockhart, oyera por primera vez una voz que nadie escucha?

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QUANTUM SALTUS: HOGWARTS [1976 - presente] (aka "Latinas en Hogwarts")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora