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Harry ha ido a la botica para aprovisionarse de ingredientes para pociones, y como la túnica del colegio le queda ya demasiado corta tanto por las piernas como por los brazos, visita la tienda de Túnicas para Cualquier Ocasión de la señora Malkin y compra otra nueva. Y lo más importante de todo: tiene que comprar los libros de texto para sus dos nuevas asignaturas: Cuidado de Criaturas Mágicas y Adivinación.

En el camino, se encuentra con Antares, que debe de comprar, al igual que él, sus libros para el colegio.

Harry por alguna razón siempre se sorprende cada vez que ve a su primo.  Los rasgos de Antares, heredados de sus padres le han jugado bien; su mandíbula triangular, los hoyuelos en sus mejillas, su sonrisa que transmite paz y aquellos preciosos ojos ámbar siendo cubiertos bajo el ala de pestañas largas y prominentes, dándole un aire casi de la aristocracia. Junto a su personalidad afable, condescendiente y naturalmente encantador, lo convierte en un ser amado por las chicas.

Su primo, en pocas palabras, es un hombre bello.

— ¿Qué sucede, Harry te gusta lo que vez?

— Siempre he pensado que eres un hombre bello.— Responde el niño-que-vivió.

En la familia de antares no existían los complejos o la vergüenza, si ellos pensaban en la apariencia de una persona, lo decían. Sissi pocas veces mantenía su boca cerrada al comentar la belleza de una persona conocida.

La belleza se admira, pero si es ajeno no se ambiciona — era su lema.

Claramente ocasionaba problemas con la gente recién conocida.

— Estás muy influenciado por mi mamá Harry.

Antares decide acompañarlo (Remus está comprando en el mundo muggle y su madre está acompañando a la hermana de Antares) y ambos van a Flourish y Blotts, haciendo sus Harry se sorprenda al mirar el escaparate de la librería. En lugar de la acostumbrada exhibición de libros de hechizos, repujados en oro y del tamaño de losas de pavimentar hay una gran jaula de hierro que contiene cien ejemplares de "El monstruoso libro de los monstruos".
Por todas partes caen páginas de los ejemplares que se pelean entre sí, mordiéndose violentamente, enzarzados en furiosos combates de lucha libre.
Harry saca del bolsillo la lista de libros y la consulta por primera vez. El monstruoso libro de los monstruos aparece mencionado como uno de los textos programados para la asignatura de Cuidado de Criaturas Mágicas.

En ese momento Harry comprende por qué Hagrid le había dicho que podía serle útil.
Siente alivio. Se ha preguntado si Hagrid tiende a tener problemas con algún nuevo y terrorífico animal de compañía.
Cuando Harry y Antares se acercan a los libros, el dependiente se acerca a ambos.

—¿Hogwarts? —pregunta de golpe—. ¿Vienes por los nuevos libros?
—Sí —responde Harry—. Necesito...
—Quítate de en medio —dice el dependiente con impaciencia, haciendo a Harry a un lado y haga arrugar el ceño en Antares. El hombre se pone un par de guantes muy gruesos, toma un bastón grande, con nudos, y se dirige a la jaula de los libros monstruosos.

—Espere —dice Harry con prontitud—, ése ya lo tengo.
—¿Sí? —El rostro del dependiente brilla de alivio—. ¡Cuánto me alegro! Ya me han mordido cinco veces en lo que va de día.

Se desgarra en el aire un estruendoso rasguido. Dos libros monstruosos acaban de atrapar a un tercero y lo están desgarrando.

—¡Basta ya! ¡Basta ya! — grita el dependiente, metiendo el bastón entre los barrotes para separarlos—. ¡No pienso volver a pedirlos, nunca más! ¡Ha sido una locura! Pensé que no podía haber nada peor que cuando trajeron los doscientos ejemplares del Libro invisible de la invisibilidad. Costaron una fortuna y nunca los encontramos... Bueno, ¿en qué puedo servirte?

—Necesito Disipar las nieblas del futuro, de Cassandra Vablatsky —dijo Harry, consultando la lista de libros.

—Ah, vas a comenzar Adivinación, ¿verdad? —dice el dependiente quitándose los guantes y conduciendo a Harry a la parte trasera de la tienda, donde hay una sección dedicada a la predicción del futuro.

— Tremenda mierda — Susurra Antares, ocasionando que Harry lo mire queriendo respuestas. Su primo normalmente no actúa así. — Perdí una apuesta de Fred y terminé el primer día del semestre de tercer año en ese curso; nunca más ingresé...

Harry mira el lugar donde hay una pequeña mesa rebosante de volúmenes con títulos como Predecir lo impredecible, Protégete de los fallos y accidentes, Cuando el destino es adverso.

—¿Porqué no fuiste de nuevo? — pregunta Harry, era extraño que no quisiese saber cosas nuevas. Antares piensa antes de responderle; no podía decirle que, debido a su mitad licántropo, el cúmulo de incienso casi lo noquea nada más subir a la trampilla, o que la profesora no dejaba de ver muertes cada vez que un compañero mostraba las tazas con té o que estuvo de metiche preguntando sobre él en toda la hora.

— Salí de ese lugar porque compartía hora con aritmancia — responde con verdad, Severus le hizo prometer al menos estar en esa clase una semana. A lo contrario de su madre, Antares comprendía lo básico de matemáticas y Antares realmente quería saber cómo los magos usan las ecuaciones.

—Aquí tienes —le dice el dependiente, que ha subido unos peldaños para bajar un grueso libro de pasta negra—: Disipar las nieblas del futuro, una guía excelente de métodos básicos de adivinación: quiromancia, bolas de cristal, entrañas de animales...

Antares toma un libro entre los útiles para leerlo, haciendo que no preste atención a Harry quien no escucha. Su mirada ha ido a posarse en otro libro que está entre los que está expuestos en una pequeña mesa: Augurios de muerte: qué hacer cuando sabes que se acerca lo peor.

—Yo en tu lugar no leería eso —dice suavemente el dependiente, al ver lo que Harry está mirando—. Comenzarás a ver augurios de muerte por todos lados. Ese libro consigue asustar al lector hasta matarlo de miedo.

Pero Harry sigue examinando la portada del libro. Muestra un perro negro, grande como un oso, con ojos brillantes. Ese ser siniestro le recordaba a lo que sea que vio cerca del autobús noctámbulo cuando escapó...

El dependiente pone en las manos de Harry el ejemplar de Disipar las nieblas del futuro.

—¿Algo más? —pregunta.

—Sí —dice Harry, algo aturdido, apartando sus ojos de los del perro y consultando la lista de libros—: Necesito... Transformación, nivel intermedio y Libro reglamentario de hechizos, curso 3º.

Diez minutos después, Harry sale de Flourish y Blotts con sus nuevos libros bajo el brazo, y despidiéndose de su primo vuelve al Caldero Chorreante sin apenas darse cuenta de por dónde iba, y chocando con varias personas.
Sube las escaleras que llevan a su habitación, entra en ella y arroja los libros sobre la cama. Alguien había hecho limpieza. Las ventanas estan abiertas y el sol entra a raudales. Harry oye los autobuses que pasan por la calle muggle que quedaba detrás de él, fuera de la vista; y el alboroto de la multitud invisible, abajo, en el callejón Diagon.

Se ve reflejado en el espejo que hay en el lavabo.

—No vi nada raro —le dice a su reflejo con actitud desafiante—. Estaba muerto de terror cuando salí de la casa del tío Vernon... Lo que vi en la calle Magnolia no era un ser siniestro.
Probablemente no fue más que un vecino desorientado.

Alza la mano de forma automática, e intenta alisarse el pelo.

—Es una batalla perdida —le responde el espejo con voz silbante.

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UF, demoré más de lo que pensé. Lamento eso, estoy actualizando como 3 historias más y debo tomar tiempo en cada uno.

QUANTUM SALTUS: HOGWARTS [1976 - presente] (aka "Latinas en Hogwarts")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora