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Cuando Harry baja a desayunar a la mañana siguiente, se encuentra a los tres Dursley ya sentados a la mesa de la cocina. Ven la televisión en una tele nueva, un regalo que le han hecho a Dudley al volver a casa después de terminar el curso, porque se había quejado a gritos del largo camino que tenía que recorrer desde el frigorífico a la tele de la salita.

Harry James Potter, de trece años, está castigado desde hace tres meses quedándose en la casa de Petunia Dursley, su tía materna.

Siete años atrás su tía Isabel lo había sacado de ese lugar, donde había sufrido maltratos físicos y emocionales.
Ahora, su propia madre, Lily Potter, lo había dejado personalmente frente a la puerta de su hermana.

No oyó sus súplicas, ni vio su rostro distorsionado de la rabia y desconsuelo.
Le había prohibido contactar a cualquier persona del mundo mágico, ni amigos, ni compañeros de colegio... ni siquiera sus primos.

Eso sólo provocó furia en su tía.

«Está enojada consigo misma» la escuchó decir un día al visitarlo a escondidas «No puede ocultarte del mundo, por lo que enfoca su enojo en los desastres que haces... y te castiga con el fin de tenerte fuera del mundo mágico, y mantenerte a salvo.»

«A cambio de qué» — se pregunta, él sabe la respuesta de eso... y su tía también.

A cambio de su salud mental.

Harry con pesadumbre se sienta entre Dudley y tío Vernon, un hombre corpulento, robusto, que tiene el cuello corto y un enorme bigote. Lejos de desearle a Harry un feliz cumpleaños, ninguno de los Dursley ha dado muestra alguna de haberse percatado de que Harry acaba de entrar en la cocina, pero él está demasiado acostumbrado para ofenderse. Se sirve una tostada y mira al presentador de televisión, que informa sobre un recluso fugado.

«Tenemos que advertir a los telespectadores de que Pettegrew va armado y es muy peligroso. Se ha puesto a disposición del público un teléfono con línea directa para que cualquiera que lo vea pueda denunciarlo.»

—No hace falta que nos digan que no es un buen tipo —resopla tío Vernon echando un vistazo al fugitivo por encima del periódico—. ¡Miren qué pinta, vago asqueroso! ¡Miren qué pelo!

Lanza una mirada de asco hacia donde está Harry, cuyo pelo desordenado siempre ha sido motivo de muchos enfados del tío Vernon. Sin embargo, el prisionero pálido y de horrible apariencia luce una calvicie prominente, haciendo que Harry se ofenda internamente por aquella absurda comparación.

Vuelve a aparecer el presentador.

«El ministro de Agricultura y Pesca anunciará hoy…»

—¡Un momento! —ladra tío Vernon, mirando furioso al presentador—. ¡No nos has dicho de dónde se ha escapado ese enfermo! ¿Qué podemos hacer? ¡Ese lunático podría estar acercándose ahora mismo por la calle!

Tía Petunia, que es huesuda y tiene cara de caballo, se da la vuelta y escudriña atentamente por la ventana de la cocina. Harry sabe que a la tía Petunia le habría encantado llamar a aquel teléfono directo. Es la mujer más entrometida del mundo, y pasa la mayor parte del tiempo espiando a sus vecinos, que son aburridísimos y muy respetuosos con las normas.

—¡Cuándo aprenderán — dice tío Vernon, golpeando la mesa con su puño grande y amoratado — que la horca es la única manera de tratar a esa gente!

—Muy cierto — dice tía Petunia, que sigue espiando las judías verdes del vecino.

Tío Vernon apura la taza de té, mira el reloj y añade:

—Tengo que marcharme. El tren de Marge llega a las diez.

Harry, cuya cabeza sigue en la habitación con el equipo de mantenimiento de escobas voladoras, vuelve de golpe a la realidad.

QUANTUM SALTUS: HOGWARTS [1976 - presente] (aka "Latinas en Hogwarts")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora