Hogwarts, 1 de septiembre 1993.
-¡Allegra Gómez!
Se acerca a pasos lentos una muchachita de cabellos castaños, de piel morena y mirada curiosa observando los alrededores. La chica se sienta en el taburete y espera a que la profesora le coloque el sombrero.
Theodore, Pansy y Goyle quedan aterrorizados al reconocer a la chica que yace sentada en el taburete.
¿Como no reconocerla? A la tierna edad de 9 la conocieron como una invitada en una de las tantas fiestas que organizaba la madre de Draco, y ese día terminó de lo peor.
Recibieron escarmiento por sus padres debido a que por error la empujaron desde una escalera, quedando muy herida.
Habían oído que la madre hechizó a uno de sus padres por decir "solo fueron juegos de niños".
Y ahora podían comprender la razón de la madre al reaccionar así.
La niña pudo haber muerto.
Esa niña de seis, que en un segundo reía y sonreía, estaba inconciente y sangrando -de tal manera en que la alfombra tuvo que ser botada luego del incidente- ahora yace en el taburete, con su pequeña mano subiendo levemente el sombrero para mirarlos, con esos ojos miel fríos y espeluznantes.
-¡Slytherin! - La joven extiende sus párpados debido a la sorpresa. Se quita el sombrero con rabia y sale del taburete para aventar dicho objeto al suelo, para consternación del alumnado completo.
-¡Te dije que quería ir a Gryffindor sombrero y la conch-! - Su insolencia queda sellado mediante un hechizo propiciado por Antares.
La niña molesta hace quejidos y patea el suelo, gira su cabeza hacia la mesa de Slytherin, donde Antares sale con algo de prisa.
Jadean al ver a una niña de once años pisar y maldecir la antigua reliquia de Godric Gryffindor.
Allegra enfurecida agarra el sombrero y lo lanza con desprecio al taburete, se aleja refunfuñando hacia la mesa que le corresponde. Harry agacha su cabeza ante la gran vergüenza que siente y desde el fondo puede oír una risa, probablemente sea Antares.
- Harry.
- No Ron. - No hace mucho que había presentado a su prima con sus amigos.
No quería lidiar con nada.
La furiosa muchacha queda frente a su hermano (muchos no perciben que son hermanos) y éste solo sonríe, tragándose su risa por no querer enojar a su hermana más de la cuenta.
- No es gracioso Tari.- No funcionó.
- A mamá le dará gracia. ¿Querías estar en Gryffindor?
- Por papá... Se lo prometí.
- Créeme, con esa viperina lengua sólo matarás a los gatitos.
Mientras el muchacho la acompaña a su mesa, los nombres de los demás niños son pronunciados por McGonagall hasta que ya no quedan más. Son recibidos por sus compañeros - los de tercer año decidieron mantenerse en segundo plano -, comenzando las presentaciones de los amigos de Antares hacia Allegra.
Antares había notado que los amigos de Draco no estaban acercándose - en Slytherin, tener conexiones es tan prescindible como obtener un compromiso beneficioso- y se le hizo extraño pero no indagó. El sabía que su hermana pasó por el hospital debido a un accidente en la casa de Narcissa Malfoy, pero desconocía que había sido perpetrado por terceros.
-¡Bienvenidos! -dice Dumbledore, con la luz de la vela reflejándose en su barba-. ¡Bienvenidos a un nuevo curso en Hogwarts! Tengo algunas cosas que decirles a todos, y como una es muy seria, la explicaré antes de que nuestro excelente banquete los deje aturdidos. -Dumbledore se aclaró la garganta y continuó-: Como todos saben después del registro que ha tenido lugar en el expreso de Hogwarts, tenemos actualmente en nuestro colegio a algunos dementores de Azkaban, que están aquí por asuntos relacionados con el Ministerio de Magia. Están apostados en las entradas a los terrenos del colegio -continuó Dumbledore-, y tengo que dejar muy claro que mientras estén aquí nadie saldrá del colegio sin permiso. A los dementores no se les puede engañar con trucos o disfraces, ni siquiera con capas invisibles -añadió como quien no quiere la cosa, y Harry y Ron se miraron-. No está en la naturaleza de un dementor comprender ruegos o excusas. Por lo tanto, les advierto a todos y cada uno de ustedes que no deben darles ningún motivo para que les hagan daño. Confío en los prefectos y en los últimos ganadores de los Premios Anuales para que se aseguren de que ningún alumno intenta burlarse de los dementores.
Percy, que se sienta a unos asientos de distancia de Harry, vuelve a sacar pecho y mira a su alrededor orgullosamente. Dumbledore hace otra pausa. Recorre la sala con una mirada muy seria y nadie mueve un dedo ni dice nada.
-Por hablar de algo más alegre -continua-, este año estoy encantado de dar la bienvenida a nuestro colegio a dos nuevos profesores. En primer lugar, al profesor Lupin, que amablemente ha accedido a enseñar Defensa Contra las Artes Oscuras.
Hay algunos aplausos provenientes de distintas mesas. Al parecer el profesor había ayudado a más de un niño en el tren, y Harry sospecha que habían cambiado su apellido para ser más secreta la sorpresa. Harry ve a su primo aplaudir y virotear a su padre que se le forma una mueca en el rostro por la vergüenza, al tiempo que si prima sonríe tan contenta como difiere su nombre.
-¡Mira a Snape! -le susurra Ron a Harry en el oído.
El profesor Snape, el especialista en Pociones, mira al profesor Lupin desde el otro lado de la mesa de los profesores. Es sabido que Snape anhela aquel puesto, pero incluso a Harry, que aborrece a Snape, le asombra la expresión que tiene en ese momento, crispando su rostro delgado y cetrino. Es más que enfado: era odio.
Harry conoce muy bien aquella expresión: es la que Snape adopta de vez en cuando, al verlo a él.
- En cuanto al otro último nombramiento -prosigue Dumbledore cuando se apaga el aplauso para el profesor Lupin-, siento decirles que el profesor Kettleburn, nuestro profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas, se retiró al final del pasado curso para poder aprovechar en la intimidad los miembros que le quedan - Ya era hora decía Antares-. Sin embargo, estoy encantado de anunciar que su lugar lo ocupará nada menos que Rubeus Hagrid, que ha accedido a compaginar estas clases con sus obligaciones de guardabosques.
Harry, Ron y Hermione se miran atónitos. Luego se unen al aplauso, que es especialmente caluroso en la mesa de Gryffindor. Harry se inclina para ver a Hagrid, que esta rojo como un tomate y se mira las enormes manos, con la amplia sonrisa oculta por la barba negra.
-¡Tendríamos que haberlo adivinado! -dice Ron, dando un puñetazo en la mesa-. ¿Qué otro habría sido capaz de mandarnos que compráramos un libro que muerde?
Harry, Ron y Hermione son los últimos en dejar de aplaudir; y cuando el profesor Dumbledore vuelve a hablar, pueden ver que Hagrid se seca los ojos con el mantel.
-Bien, creo que ya he dicho todo lo importante -dice Dumbledore-. ¡Que comience el banquete!
Bien tarde lo sé, y eso que pensaba que haría más historias este año. Me siento verguiada sin ver una en años
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QUANTUM SALTUS: HOGWARTS [1976 - presente] (aka "Latinas en Hogwarts")
Fanfiction" ℂ𝕦𝕒𝕟𝕥𝕦𝕞 𝕊𝕒𝕝𝕥𝕦𝕤" 𝒂𝒌𝒂 " 𝕝𝕒𝕥𝕚𝕟𝕒𝕤 𝕖𝕟 ℍ𝕠𝕘𝕨𝕒𝕣𝕥𝕤" En una fecha sin importancia, dos muchachas conciben el cambio de sus vidas de manera "mágicamente" (nótese el sarcasmo) al dentrarse sin explicación a un libro de Harry Pot...