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Capítulo 101

Capítulo 101

─ Su Majestad...

En este momento, ¿dónde estará Su Majestad? ¿Sabrá que he desaparecido? Tal vez Laynevonne ha olvidado que Su Majestad estaba en la villa y no se pudo comunicar con él.

Entonces Su Majestad podría haber ido primero a la capital, y... y...

De todos modos, no hay forma de que aparezca mágicamente frente a mí.

─ ¡Ira!

¿...?

Levanté la cabeza aún cuando estaba llorando.

Acabo de escuchar algo. Para mí, sonaba como la voz de Su Majestad.

─ ....Waaaa.

Torcí la esquina de mi boca, sacudiendo los hombros y llorando. ¿Ahora puedo escuchar alucinaciones? ¿Realmente esta es la última cosa que puedo pensar en mi cabeza antes de morir, Ira?

Cuando es la hora de morir, ¿se experimentan todo tipo de ruidos y alucinaciones mientras muero?

─ Q-q-que e-es...

En el momento en que me turné para limpiarme los ojos con ambas manos, escuché crujidos de ramas y hojas.

─ Ira, ¿eres tú?

La voz de Su Majestad se escuchó de nuevo, con un sonido sin aliento. No importa cuán vívido fuera, el final de la voz de Su Majestad, preguntándome, temblaba ligeramente.

─ Por supuesto que soy yo... ¿Qué es este tipo alucinación? Solo quiero escuchar tu confesión o una simple frase...

Respondí con una mirada llorosa. Si es posible quiero escuchar frases impresionantes de Su Majestad como un "Te amo" o "Me gustas" o "¡Quiero ser ese villano!"

En ese momento, alguien vino y me abrazó por detrás.

─ ¡Ay!

Apenas caminaba y me apoyé en él. Ni siquiera tenía la fuerza para luchar. Solo hubo un grito. Me asusté, busqué a tientas algo que pudiera sentirlo. No tenía pelos. Afortunadamente, no parecía un oso. Levanté la vista y miré el rostro de la persona que me abrazó.

El rostro que vi en mis recuerdos de hace unos momentos y que pasó como una luz fugaz, me miraba.

Rubellus.

Es Rubellus. Él estaba mirándome, sosteniéndome fuerte.

Que demonios.

─ No es una alucinación.

Su respuesta hizo que mis ojos se abrieran de par en par.

─ Te encontré, Ira.

Mientras hablaba en voz baja, un líquido tibio goteó sobre mis mejillas.

Toqué mis mejillas con los dedos involuntariamente. El agua goteaba por mi frente también.

Estaba lloviendo. Me sorprendió. Pensé que Su Majestad estaba llorando. Extendí la mano, de repente pensando en el lugar donde probablemente estaría la mejilla de Su Majestad.

─ Te encontré.

Mientras Su Majestad lo repetía una vez más, mi mano tocó su mejilla.

Las mejillas de Su Majestad estaban mojadas por todas partes. Estaba llorando. Rubellus estaba llorando por mí.

─ Rubellus.

Cuando pronuncié su nombre a toda prisa, gotas de agua cayeron sobre sus mejillas nuevamente. Podía estar segura. Esta vez no eran gotas de lluvia. Lo que sentía eran sus lágrimas.