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Capítulo 114

Capítulo 114

Cuerda, ganchos, cuentas, lupa, fósforos y una pequeña barra de chocolate.

─ Bueno... he comprado algunas cosas nuevas.

Saqué mi navaja de bolsillo y mi reloj. Es un reloj normal, pero está hecho de un material muy ligero y tiene una brújula. Lo compré a un precio bastante alto.

Di un pequeño suspiro. He preparado todo.

─ ...pero no se puede evitar.

Suspiré y puse mi reloj alrededor de mi cuello, y puse la brújula en mi pequeño bolsillo en mi falda. Y el chocolate...

Después de dudar, rápidamente me decidí. ...que se iba a echar a perder, así que es mejor comerlo cuanto antes. No soy una persona obsesionada por el chocolate en absoluto. Solo me preocupa que realmente vaya a caducar.

Incluso saqué la barra de chocolate y entregué el bolsillo al sirviente que estaba esperando cerca de mi.

─ Bien, esto.

─ ¿Si, señorita?

─ Este bolsillo, cuélgalo en mi habitación, es mío.

─ Entendido.

─ Gracias. Ahora si podemos irnos, ayúdame.

Di la espalda, deprimida. De repente sonó el timbre.

─ ¿....?

─ Por favor, un momento, iré a ver.

El sirviente, que estaba justo a mi lado, se acercó a la puerta principal. Cuando abrió la puerta principal, había un hombre que nunca antes había visto.

─ Soy del conde Delion.

La levita verde claro era el uniforme que usaban los miembros de la familia Delion. Pero el color parecía ser un poco diferente.

El hombre de la entrada mostró al sirviente una medalla que significaba que era un sirviente de la familia Delion, y habló con cuidado.

─ La vizcondesa Delion está ahora en el carruaje y tiene prisa por ver a la señorita Wildenviston. Pero este callejón es muy angosto, y tuve que dar la vuelta al carruaje, por lo que tuve que tomar un largo desvío, así que me detuve al costado del camino. Si le parece bien, me gustaría que viniera y respondiera la llamada de la vizcondesa Delion.

─ ¿...qué quieres decir?

El lacayo frunció el ceño de inmediato. Sabía por qué fruncía el ceño.

Porque lo que está pidiendo ahora es una grave violación de la etiqueta. No tiene sentido decirle al anfitrión que salga porque es difícil girar el carruaje.

Incluso yo como anfitriona en este momento...

─ Además, la señorita Wildenviston se lesionó el pie. ¿La vizcondesa Delion, que vino a visitarla al saber como se encontraba, te pidió que lo hicieras?

Aunque el sirviente frunció el ceño, el empleado de Delion, que vestía una levita verde claro, parecía despreocupado.

─ ¿Es así?

El hombre respondió descaradamente y miró a través de la puerta abierta hacia la puerta principal. Tenía una actitud muy grosera y desvergonzada. Este no es un empleado de Laynevonne. Es imposible que lo sea.

En el momento en que fruncí el ceño, los ojos del hombre se encontraron con los míos.

─ Oh, ¿está aquí, señorita Wildenviston?