Capítulo 4: insomnio

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YoonGi con pasos cansados se dirige a la recamara, repasando lo último que dijo su madre:

- Cariño. No tenía idea que venías.

- Madre - no encuentra las palabras para disculpar su ausencia.

- Estoy tan feliz de verte de nuevo, estas de vuelta y eso es lo importante. - Su hijo siempre ha sido de pocas palabras, pero generalmente no es así con ella.

Leyendo lo difícil que le resulta responderle y decirle lo que ella necesita escuchar, opta por una conversación más trivial.

- Oh, mi cielo - acaricia su cabello - tu cuarto está como lo dejaste; pero, no creo que puedas usarlo hoy. Pediré a la señora Ota qué lo limpien para mañana. Porque te quedaras ¿verdad?... no todos los días tienes a tu hijo de vuelta así que permíteme disfrutarte por más de una noche.

- Lo pensaré.

- ¿Por hoy, te molestaría ocupar el cuarto de huéspedes? o ... siempre puedes dormir con mamá. - la mirada de su madre derramaba ternura.

- Está bien, no soy un niño. El cuarto de huéspedes es perfecto para mí.

Una vez allí termina lo que queda de la botella, se recuesta en el sofá, sintiéndose totalmente fuera de lugar.

Después de un rato mirando al techo, un YoonGi completamente borracho sale de la habitación de huéspedes y, camina errático por el pasillo.

Quiere ir a la recamara de HoSeok, eso es lo que quiere. Ha querido hacerlo desde hace años, pero sabe que no debe; además, que podría decir ... "¿puedo dormir contigo? Te extrañe. Lo siento, estoy borracho". Se reprende a sí mismo "eres un gran estúpido ya contrólate". Sin duda eso sería un gran error. Piensa que lo menos que recibiría sería un desplante y en su estado le dolería menos una patada en el culo que ser rechazado cruelmente por su hermano. Entonces, aferrándose a la poca cordura que tiene sigue de largo y abre la puerta del cuarto adyacente al de HoSeok.

Su madre tenía razón, todo está tal cual lo dejó, todo en su lugar. Sus libros en los estantes y alguno sobre la mesa de noche. Los posters en las paredes y su colección especial de Kumamon, se ríe de sí mismo por haber extrañado también esos peluches. Ya no es un niño ni un joven puberto, pero aún ama esas cosas. La guitarra y la grabadora justo en el sitio correcto, la pequeña organeta cubierta de polvo a un lado del escritorio y la foto del buro donde posa sus ojos con anhelo, como si fuera agua en el desierto YoonGi la toma en sus manos y su retrato le devuelve la mirada con una sonrisa de encías y ojos que sonríen más que su boca. Tiene el cabello verde menta. Recuerda con tristeza el día que se tiño de negro y desde entonces se ha mantenido así. Su cabello negro es un reflejo de su alma porque así se siente la mayor parte del tiempo, como un infinito y oscuro negro. Y, de nuevo, algo se rompe en su interior. Ha sido un maratón de romper su puto corazón. Aunque cree que es menos de lo que se merece. Su mirada recorre el chico de al lado, aferrado a YoonGi como un chinche, su cabello castaño cae hermosamente sobre su frente y esa sonrisa perfecta en forma corazón que hace que lo poco que queda del suyo se agite.

- Joder, en serio no ha cambiado nada... excepto por la sonrisa - dice con un hilo de voz. YoonGi no recuerda haberlo visto sonreír desde que lo volvió a ver.

Sintiéndose increíblemente patético, pero atribuyendo su comportamiento infantil a la bebida, justificándose, abraza la foto mientras se deja caer dramáticamente sobre la cama con un pie colgando. Se siente tan familiar, tan nostálgico y doloroso que no puede negar el vacío que persiste en su interior y parece no llenarse con nada. En la oscuridad de su antiguo cuarto permanece miserable y maquiavélico* abrazando ese pretérito que creía haber dejado atrás.

En el cuarto de al lado no hay un mejor el panorama. HoSeok no consigue dormir, el recuerdo de YoonGi demasiado cerca lo está volviendo loco. Siente la boca seca y la necesidad de ir por un vaso de agua, al regreso se percata de algo que no había notado antes. El cuarto de al lado estaba a medio cerrar. La curiosidad le pica y no puede evitar mirar al interior, sus ojos se posan en el cuerpo lánguido sobre la cama, lo recorre de pies a cabeza observando el familiar retrato en sus manos y siente algo que no logra identificar, un sentimiento parecido a la rabia, pero más impregnado de tristeza se abre paso dentro de él. Se recuerda a sí mismo en la misma condición no una sino varias veces.

Siempre que volvía a casa terminaba allí, en el cuarto de su hermano, llorando con la foto en sus manos. Sollozando hasta quedarse dormido o hasta que Ji-woo iba a por él y le sacaba del lugar de su tortura.

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* Maquiavélico: porque aquí debe estar todo lo que amo y como no amar a cancerbero y su arte.

"Estoy en esos tiempos
En que gota a gota, la mente se agota
Pasan los días y apenas lo notas
La rutina es implacable, el mal humor te arropa
Y luces como un don nadie con cualquier ropa"

AMITO

Reverso * YoonSeok * Donde viven las historias. Descúbrelo ahora