Capítulo 55: lo sé todo

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YoonGi sentado en la barra tomaba su primer vaso con leche del día. Tenía un humor de recién follado, que no hacía más que mejorar.  Mientras tanto HoSeok untaba mermelada en una tostada y recargaba la cadera sobre la nevera.  En realidad, ambos estaban de muy buen ánimo, algo bastante raro para ser ellos y sobre todo para estar compartiendo el mismo espacio.

La señora Ota les preparaba algo de medias nueve. No era su trabajo, simplemente era una de las muchas cosas que hacía por puro gusto.

Todos parecían concentrados en lo suyo, hablando de cuando en cuando de trivialidades como el clima y los estudios; por eso, cuando el ama de llaves lanzó el anzuelo los más jóvenes lo picaron sin pensarlo.

- Verdad que es un placer dormir en esas almohadas de HoSeok – buscó el mejor momento para hacer tal afirmación – son de plumas ¿no? – miro fijamente a YoonGi esperando captar una mínima reacción de su parte.

El menor distraído asintió mientras tomaba otro poco de leche. La señora Ota alzó sus cejas y se rió con crueldad.

No pensó que cayera tan fácil; aunque le causó gracia su inocencia, supo al instante que esa brecha debía ser cubierta. No dudaba de su inteligencia, pero esa falta de atención y exceso de confianza no era nada conveniente. Otros podrían aprovecharse y no podía permitírselo, no siendo YoonGi quien era.  Estaba segura que el destino de los Min tarde o temprano lo alcanzaría, esperaba estar equivocada aunque siempre se caracterizó por un agudo sentido de premonición. Si así era de ser el joven debía estar preparado para afrontar todo lo que implicaba. Ser el hijo de su madre no era en absoluto una fortuna.

HoSeok se atoró con unas migas que equivocaron el camino, haciendo honor a uno de los imperfectos de la anatomía humana – la vía aérea terriblemente cerca de la digestiva – dejó la tostada a un lado y con la sensación molesta de los restos de comida en el lugar equivocado corrió al baño tosiendo paroxísticamente a la vez que golpeaba su pecho pretendiendo redirigir el alimento y aclarar su garganta. 

- ¿Qué dice? – pregunto YoonGi haciéndose el desentendido.

- Digo que pasaste la noche en la cama de al lado y digo que debiste disfrutar de esas almohadas que cuestan un ojo de la cara. - YoonGi sintió esas palabras como un sermón y a juzgar por la expresión en su cara claramente era uno - En esta casa todas las almohadas son una delicia, pero esas son especiales, yo misma las escogí.

- Creo que esta confundida – continúo bebiendo lo más tranquilo posible. No servía de nada disimular, aunque eso sí lo hacía bastante bien.

La señora Ota puso una mano en la cintura a forma de jarra y señaló al menor con el cuchillo en una evidente posición de ataque.

- A mí no me engañas muchacho, se lo que has hecho. Sé también que no es la primera vez que lo haces. – movía el artefacto corto punzante para atraer la atención del menor. Sin embargo, su cara se veía más relajada, cualquiera hubiera pensado que tendía a la compasión.

El pálido conseguía identificar cuando podía salirse por la tangente y claramente ese no era el caso, no podía negar lo innegable.

- ¿Cómo lo supo? – preguntó vacilante.

- Yo lo sé todo – hizo un sonido tratando de imitar una Bruja malvada y sonrió para sí misma.

En ese punto YoonGi llegó a pensar que estaba loca, cambiaba de expresión con la misma facilidad que preparaba Hotteok*.

Nada de aquello le hizo gracia ¿A qué jugaba? ¿Qué intentaba? Para él cada cosa tenía una razón y cada acción era movida por un interés. Esa no sería la excepción. Su ánimo había cambiado, ya no lucia nada feliz. Se suponía que sería un secreto y que un tercero lo supiera no era el ideal de guardar secretos.

Reverso * YoonSeok * Donde viven las historias. Descúbrelo ahora