YoonGi con su esmoquin negro de tres piezas y pajarita permanecía recostado en la balaustrada de la terraza. El viento era agradable y llegaba a él desde atrás despeinando un poco su cabello oscuro. Mantenía una mano en el bolsillo acariciando el zippo, debatiéndose entre la necesidad de usarlo o dejarlo ahí. Su otra mano sostenía una pequeña caja con dos alianzas de oro blanco que no podía dejar de mirar.
No sabía lo que estaba haciendo. Sin duda era un día importante, marcaba un antes y un después en su vida y la de su familia, pero él se sentía perdido, sin rumbo. Muy nervioso y sobretodo nostálgico.
Unas marcadas ojeras adornaban su bello rostro y contrastaban con el blanco de su piel de porcelana. Como ya era la norma y especialmente ese día estrenó la luz en vela y como no podía ser de otra manera esa mañana igual que siempre se levantó temprano, tomó un glorioso vaso de leche que cada vez era menos satisfactorio y se dió una ducha caliente que duró más de lo acostumbrado, como si necesitara más tiempo para relajarse. Una vez listo decidió ir a la terraza en lo que llegaba la hora definitiva del evento. No sabía si lo mejor era que el tiempo pasara rápido o muy lento, ambas opciones eran igualmente dolorosas.
En la soledad de ese espacio abierto que muchas veces le sirvió de refugio y escape, sentía que se despedía de todo y de todos, algo le decía que era la última vez que estaría allí, en esa casa y en ese lugar particular. Supo que uno en la vida difícilmente obtiene todo lo que quiere y aunque pudo tenerlo, decidió perdérselo.
El señor Jung y HoSeok no se equivocaban, YoonGi estaba siendo injusto y mentiroso con los demás, pero más que nada consigo mismo. Sabía de sobra que hay pasos que se dan sin retorno y oportunidades que se presentan como los unicornios*, solo aparecen una vez en la vida, de esas que son tan fantásticas que difícilmente crees que tienes derecho a aprovecharlas. Oportunidades que son personas, personas maravillosas como Jung HoSeok.
Pero era tarde para pensar de esa manera. Había tomado una decisión y no se arrepentía, nunca estuvo hecho para vivir de remordimientos y ese día no sería la excepción, no se retractaría, aunque fallara en ello.
Aun así, no podía obviar el vacío y la tristeza que sentía. Hirió a las dos personas más importantes que le quedaban en su vida, quienes no se lo merecían en absoluto. Las acciones tienen consecuencias especialmente las maliciosas y aunque no quería pensar en el precio que pagaba por sus actos sabía que era muy alto, ellos no lo perdonarían y probablemente lo odiarían por ello. Al menos esperaba que Sora y Ji-woo con suerte nunca se enteraran de la verdad detrás de esa boda.
Salió de sus pensamientos cuando escuchó que alguien se acercaba con pasos suaves después sintió una presencia y cerró la caja para guardarla en el bolsillo de su traje y dirigir la vista al frente.
En el marco de la puerta descubrió a un chico atractivo de labios gruesos y cabello rosado con traje de camarero.
- Si quiere puedo robarme a la novia - Bromeó el joven mientras su voz seductora hizo eco en el vacío.
- ¿Qué? - dijo YoonGi desconcertado, fingió relajarse y tomó asiento en uno de los puff mullidos.
- Viejo... digo que si quieres me la quedo. Si es que tú no la quieres, que por tu cara estoy seguro de que no.
- ¿A quién llamas viejo? mocoso insolente ¿no te han enseñado modales? - YoonGi lo evaluó, Suran era una mujer muy intensa y el chico frente a él se veía algo delicado por no decir muy afeminado - no creo que puedas con tanto voltaje.
- ¿A quién le dices mocoso? A no ser que seas un ruco embalsamado puedo jurar que somos casi de la misma edad y no me subestimes soy pequeño, pero puedo con bastante. Incluso podría con los dos. - se mordió el labio inferior mucho más grueso, sonrió de lado a la vez que guiñó un ojo con sorna. Era su turno de evaluar el cuerpo ajeno y lo hizo sin censura, de arriba abajo y después un repaso en sentido contrario - Tú no estás nada mal.
- ¿Me estás coqueteando? - YoonGi alzó sus cejas - El día de mi boda.
- Lo hago - admitió el pelirosa mientras mordía otro poco su labio inferior.
- ¡Que descaro!
- No te imaginas lo descarado que puedo llegar a ser.
- ¿Ah sí? - a YoonGi empezaba a interesarle ese juego de miradas y frases subidas de tono. Necesitaba una distracción y creía que la había encontrado.
- Si. Es más; solo porque me agradas seré sincero contigo:ya lo intenté con la novia - hizo un mohín de tristeza - ella a diferencia de ti no cabe de la felicidad. Pero yo no soy de los que se dan por vencidos y tal vez tenga suerte contigo.
- Alucinas - YoonGi frunció el ceño y puso su mejor cara de anciano estreñido.
- ¡Ya viejo, relájate! Es tu boda no un funeral - el menor palmeo su pierna en señal de ánimo - quita esa cara de culo sino quieres que mi alma caritativa se oponga en el momento que pregunten quién no aprueba la unión. La novia está de infarto y tú ni hablar, sería un desperdicio no entrometerme. Toma está copa - extendió la mano y YoonGi dudo por un instante para después recibirla y beber su contenido de golpe.
Cuando el líquido bajo ardiendo por su garganta, quemando y dejando un regusto amargo a su paso miro el cristal con cara de asco y un profundo desprecio.
- ¿Qué mierda se supone que es esto? Sabe horrible- Pues no creo que sea tan amargo como tú, pero eso mi querido amigo es la cochinada que estarán repartiendo en tu boda. - fingió una arcada - Debiste probar lo que darías a tus invitados, parece que no los apreciaras ni un poco.
YoonGi le dedicó una sonrisa de encías, aunque más parecía una mueca que una sonrisa genuina.
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* esa frase o algo parecido leí en el jefe y el ayudante no pude resistirme a copiarla.
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Reverso * YoonSeok *
FanfictionDonde YoonGi es un médico sin escrúpulos y HoSeok un juez bastante escrúpuloso. Ambos comparten un pasado que creían haber dejado atrás pero el destino y una mala situación los pone de nuevo cara a cara.