Respirando entrecortadamente y pensando en la picardía de unos ojos color avellana, Min YoonGi desliza una mano entre su ropa interior.
La experiencia de la mañana fue suficiente para dejarlo bastante muy alterado durante todo el día.
La patética forma en que su cuerpo respondió al de su hermano como si siguiera siendo un joven puberto lo tiene más que cabreado.
Además, le recordó el mucho tiempo que lleva sin echarse un buen polvo. Se consuela pensando que la falta de sexo fue la causa de su terrible desenfreno. Algo que no va a permitirse de nuevo, debe relajarse un poco sino quiere terminar haciendo un ridículo peor. Porque eso es lo que cree que hizo esa mañana. Un enorme ridículo.
Aunque no es precisamente el mejor amigo de su mano, tampoco le disgusta autocomplacerse. Incluso se ha acostumbrado un poco. Con su familia lejos, el abrumador estrés del hospital y la falta de tiempo, ha terminado por utilizar la masturbación como una vía de escape y rescate cuando su cuerpo así lo requiere.
Sabe que no es la primera vez que su inactiva vida sexual le juega una mala pasada. Recuerda con claridad unas dos o tres ocasiones en las que algo así le sucedió. Con certeza son muchas más pero no quiere torturarse rebobinando en ello. Ahora mismo, lo único que desea es liberar toda esa tensión acumulada. Dejar de reprimirse. Y, así lo hace. Está convencido de que no es una mala idea.
Se deshace de la única prenda que lleva y deja a su mano recorrer cómodamente su intimidad. Se acaricia a si mismo con experticia y ahínco. Inhalando y exhalando* el aire de manera rítmica mientras atrapa su labio inferior imaginado que es otra boca la que lo muerde y que son otras las manos que recorren su sexo, esparciendo la humedad por su longitud y llenándolo de placer.
Después de unos minutos su cuerpo se contrae, se deja ir y se corre en su mano. A la vez que con voz ronrroneante murmura el nombre de su amante imaginario. Se siente tan bien que no puede más que sonreir. Hace tiempo que no sonreía, al menos no sinceramente. Deja escapar un aliviado suspiro.
No estuvo para nada mal, lo ha disfrutado bastante, no siente culpa ni remordimiento y no tiene por qué.
Una vez limpio y más relajado toma el teléfono. Hace mucho que no regala una llamada a casa. Los extraña terriblemente. Marca el número por inercia mientras su cerebro se distrae pensando que es un maldito hijo de perra "¿Cómo podía pasar tanto tiempo sin reportarse?"
Con la culpabilidad a flor de piel su voz sale como un susurro a la línea.
- Jimin
Un grito retumba en el aparato y YoonGi es obligado a alejarlo un poco – Oh por Dios. Yoong. Hasta que al fin te dignas llamarnos.
- Lo sé. Lo siento.
- ¿Cómo va todo? ?¿Ya solucionaste tus asuntos? ¿Podrás venir pronto?
- Bien, supongo. Sigue siendo complicado. Espero estar allí pronto.
- Entiendo. No te abrumaré con mis preguntas. Pero... sabes que puedes decirme lo que sea. Somos amigos cierto.
YoonGi piensa que hay cosas que es mejor no contar y años de experiencia como médico le dieron una buena práctica en decidir que es importante mencionar y que no, que vale la pena y que cosas no hacen ningún cambio si se dicen.
Desde tiempos prehistóricos los médicos son expertos en prudencia, ante todo deben tener en cuenta que existe el momento y las circunstancias correctas para comentar ciertas cosas.
Y, el pálido no quiere perturbar al bajito con sus mierdas. Ya bastante hace con estar al frente de su familia.
- ¿Cómo está Tae y mi preciosa Su-ran?
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Reverso * YoonSeok *
FanfictionDonde YoonGi es un médico sin escrúpulos y HoSeok un juez bastante escrúpuloso. Ambos comparten un pasado que creían haber dejado atrás pero el destino y una mala situación los pone de nuevo cara a cara.