Capítulo 33: estamos a mano

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Era un día gris de enero, de esos fríos en los que llueve, pero no llueve a cantaros como debería. No había una tormenta, con vientos azotando puertas y silbando avisando su paso por las paredes de los pasillos, haciendo el ruido suficiente para recodarle al mundo lo efímera que era. En su lugar había una llovizna crónica, molesta, aburrida y maliciosa, de esas que dura todo el día e incluso da las buenas noches. Como si estuviera ahí para quedarse. Como si el cielo ahogara un llanto y lo tasara para todo el año. - ¡Ahg! "Que molesto. Ojalá llorara de verdad".

YoonGi se retorció en su cama, estaba caliente. No iba a dejarla. Era un día perfecto para permanecer allí hecho un ovillo. Odiaba faltar a clase, pero lo haría, por supuesto que lo haría. La lluvia había decidido por él.

Ji-woo y sus exposiciones de arte repentinas habían obligado a todos a alejarse de la ciudad así que nadie notaria que se saltaba las clases. Era un día encantador para no hacer nada. O... para un placer superior, dormir. Porque desde que las pesadillas mermaron YoonGi retomó su amor por dormir. Si volvía a nacer y no era una roca que fuera un gato entonces, un gato gordo y dormilón.

Subió las mantas hasta el cuello y se arrulló. Estaba cediendo al dominio de Morfeo, cuando el celular en la mesita vibró. Sacó una mano con cautela temiendo que se congelara, estaba más frio ahí fuera de lo que debería. No podía creer la suerte que tenía, el cielo conspiraba a su favor. Las actividades del día habían sido canceladas, no le importó el por qué, lo único que necesitaba saber era que la suerte estaba de su lado.

Dejó el celular a un lado y se durmió en la más absoluta calma. Cuando despertó la lluvia seguía ahí y un frio helado en sus pies le recordó que no era un buen día para hacer algo. Pero, su vejiga y su estómago decían lo contrario. Fue al baño y después de dejar correr sus aguas ruidosamente disfrutando de una especie de orgasmo. - ummmm - Ese era otro de los placeres de la vida. Orinar.

Tomó una manta aún tibia, se la echó encima, cual ruana y salió rumbo a la cocina con su cabello aplastado y sus ojos hincados de dormir.

Quería helado. Los días fríos eran los mejores para comerlo. Por desgracia HoSeok no había comprado sus provisiones.

Se preparó un sándwich de mala gana y lo comió de igual manera, dando grandes bocados y masticando con el ceño fruncido como si el alimento tuviera la culpa de todo lo que estaba mal en la vida.

Volvió a la nevera. Esta vez no tomaría su habitual vaso con leche, en su lugar le apetecía un chocolate caliente, espumoso y con masmelos.

Cuando caminó fuera de la cocina con la taza humeante en sus manos casi cubiertas por completo por la manta se lamió los labios con anticipación, los malvaviscos empezaban a derretirse poco a poco.

YoonGi tenía en mente el mejor acompañante para ese día gris y su chocolate humeante y colorido, un libro. Uno que leería en la cama con las cobijas hasta la cabeza solo dejando sus ojos por fuera. Era agradable solo pensarlo.

Al instante en que cruzó la puerta del estudio del señor Jung la taza caliente se resbaló de sus manos y el contenido hirviendo decoró sus pantuflas especiales. Agradeció llevarlas puestas, de otra forma hubiera terminado quemándose.

- Mierda - no era su voz la que decía eso sino la de HoSeok, que cubría a dos manos su entrepierna mientras su pecho subía y bajaba tratando de atrapar un poco de aire.

Estaba desnudo, totalmente desnudo y caliente, demasiado. Debería estarlo porque con el frio que hacia estaría tieso de no ser así, solo un estado febril podía aguantar esa temperatura llevando nada puesto.

Los ojos de YoonGi recorrieron el cuerpo desnudo y se fijaron en la pantalla junto a él donde se reproducía un capítulo de anime. Las imágenes eran bastante explícitas y los ruidos obscenos de sexo estaban por todo lado, inundaban el lugar.

Reverso * YoonSeok * Donde viven las historias. Descúbrelo ahora