Capítulo 54: insaciable

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HoSeok nunca tuvo miedo de mostrar lo desagradable que le resulta la oscuridad de la noche. En su cuarto aparte de la iluminación tenue de una lámpara siempre encendida sobre la mesa de noche y la puerta abierta; también se admitía el paso de la luz exterior que se colaba a través de las persianas a medio cerrar. Sin embargo, esa noche la lámpara se olvidó y la puerta se cerró.

El día se estrenó con un sol picante que obligó al menor a achicar los ojos y removerse incómodo. Era el día perfecto para un juego de tenis y, lo hubiera hecho de no ser por la masa irritante que gruñó a su lado.

HoSeok reparó el cuerpo desnudo de su hermano. Una suave sábana blanca cubría únicamente su intimidad para luego envolverse en una de sus piernas dejando al descubierto el resto de su cuerpo bien definido. Bajo el manto de la luz natural esa piel nívea lucia más hermosa y tentadora que nunca. El menor se tomó su tiempo para apreciarlo. Ante sus ojos era un dios del olimpo posando para ser inmortalizado en el lienzo de un pintor bohemio. Acercó su mano y tocó la suavidad de su piel perfecta, recorrió el pecho y deslizó sus agiles dedos sutilmente en dirección caudal.

- ¿Qué crees que haces? - una voz ronca y pesada lo interrumpió a la vez que su mano detuvo su viaje al edén.

YoonGi lucia impasible con los ojos cerrados dando la impresión de continuar dormido.

- Solo quiero dar los buenos días - HoSeok sonrió de lado, había encontrado algo que le gustaba más que el tenis y no iba a perder la oportunidad de disfrutarlo.

- Eres insaciable - dijo YoonGi antes de soltar la mano del menor.

- ¿Quién lo dice? Mírate, no te resistes en absoluto. - esa mano traviesa, acarició el miembro dormido del mayor sobre la sabana. Aún en ese estado seguía siendo grande.

- Solo tengo curiosidad. Quiero ver como son los buenos días a tu lado. - eran más que buenos. Bastaron unas cuantas caricias para despertar completamente. YoonGi sintió como cada vez que la mano atrevida de HoSeok estimulaba sus testículos y pene una corriente eléctrica estremecía su cuerpo.

Las caricias premeditadas se volvieron descuidadas, los besos húmedos y sucios no se hicieron esperar, una cosa llevó a la otra y YoonGi terminó por poner al menor en cuatro patas y ser él quien da los buenos días de la mejor manera.

A ese punto empezaba a sentir una especie de adicción por el sexo con su hermano. No podía ni quería negárselo, era todo un placer adquirido.

Cuando ambos llegaron juntos al tan merecido final YoonGi se desplomó a un costado olvidando su hombro lastimado y arrancándose un gruñido de dolor al contacto con el colchón. El menor no pudo ocultar su cara de preocupación y YoonGi siempre evasivo, para sorpresa de todos incluso de si mismo, se permitió por primera vez hablar del tema.

Tranquilamente le contó a HoSeok sobre el accidente que tuvo, enfatizando en que no quería perder su empleo. El trabajo de repartidor era de los mejores que había podido conseguir, no era el sueldo más ostentoso y justo, pero si era horario más laxo, además, a veces recibía buenas propinas. También revivió algunas propuestas indecentes pero eso era coda aparte.

Mientras el menor escuchaba atento y acariciaba el torso del pálido en el cuarto del lado las empleadas daban una rápida sacudida al lugar. No fue extraño encontrar la cama de YoonGi vacía, el joven a veces madrugada a correr o a hacer cualquier cosa que le viniera en gana. Lo que si sería raro era verlo retozar desnudo en la cama de su hermano.

Cuando fue el turno de arreglar la recamara del menor este se paró en la puerta y evitó que siquiera alguien mirara al interior.

- No por favor, no entres yo lo arreglo.

- Es mi trabajo joven, no hacerlo podría traer consecuencias - HoSeok jamás permitiría que su secreto se descubriera.

- No es una elección, es una orden. - él no era ese tipo de sujeto pero debía hacerlo - No quiero que entres y no entraras. A partir de hoy yo arreglo mi cuarto.

- Pero joven

- Por favor, me sentiría más tranquilo si lo hago. He visto un documental de la cantidad de gérmenes que pueden estar en las manos y no quiero que se pasen a mis cosas. - eso no era del todo falso. Solo pensar en la posibilidad sucierad le producía escalofríos.

- Pero la señora Ota...

- Yo me encargo de ella - el menor se apresuró a decir guiñó un ojo y sonrió de lado de forma que nadie podía negarle nada y las camareras se fueron sin insistir más.

El menor resopló aliviado y regreso a la cama cuando estuvo seguro de que nadie sabía lo que estaba pasando.

Reverso * YoonSeok * Donde viven las historias. Descúbrelo ahora