Capítulo 18: orden

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Al llegar a la mansión Jung, YoonGi no sintió menos que incomodidad. Pensaba que ese no era su lugar.

Había estado allí antes, pero nunca tan cerca. En realidad, jamás había entrado. Admirando el lugar desde dentro no pudo dejar de sentirse pequeño, insuficiente. Se creía menos que todo y nada podía hacer al respecto.

El señor Jung le advirtió de esto. Había sido simpático y cauteloso al explicar su situación actual. Al morir su madre, único familiar conocido del menor, este pasaría a un hogar de paso hasta cumplir la mayoría de edad. Sin embargo, eso no iba a suceder ya que él sería su custodio.

Parecía que en esa ocasión la voluntad de la difunta era más que congruente con la de la familia Jung. Todos estaban de acuerdo excepto el más joven. Que odiaba ser una molestia y en ese momento se sentía como un grandísimo grano en el culo. No pertenecía a esa familia y no quería hacerlo, aunque no tenía muchas opciones.

Menos cuando esa era una decisión tomada, una que no podía refutar. El señor Jung se sentó en su palabra, cuidaría de él y, aunque no estaba implícito lo haría en su propia casa, con su familia y lo trataría como uno más de sus hijos. Eso fue lo que estuvo repitiéndole a YoonGi una y otra vez.

Igualmente se lo dijo su esposa a quien YoonGi conocía de antes y con quién había cruzado un par de palabras; o más bien, a quién había oído decir un montón de palabras mientras con la brevedad del discurso que lo caracterizaba el joven se limitaba a responder con monosílabos. A YoonGi le parecía una mujer elegante y extrañamente sencilla a la vez. Era muy maternal y cariñosa, pero eso no significaba que quisiera vivir con ella mucho menos verla como la madre que acababa de perder.

Estaba seguro de que nada de lo que ellos hicieran podía mitigar su disconfort, al contrario; con cada gesto parecía que aumentaba el descontento. Odiaba ser una carga y se sentía como eso. Un niño huérfano que se recarga en una familia adinerada. Un chico de clase baja que difícilmente encajaría en la opulencia de esa familia. No dejaban de ser extraños en su vida y él no podía dejar de verse a sí mismo como un problema.

Ese día, YoonGi, como de costumbre, permaneció en silencio. Caminó lento y pausado, con la cabeza gacha, mirando el piso y repasando los pasos del señor Jung mientras escuchaba las indicaciones de la señora Sora.

- Todo lo que hay en esta casa es también tuyo YoonGi. No te sientas incómodo y toma lo que necesites cuando lo necesites. Si te falta algo no dudes en decirlo. Queremos que estés bien y que te sientas a gusto ¿de acuerdo?

- bien - no quería aceptarlo, pero era eso o el maldito hogar de paso que no tenía muy buena reputación.

Avanzaron por el largo pasillo que conducía a las diferentes habitaciones. Había puertas a cada lado. El señor Jung sereno como siempre, con paso firme detrás de su esposa y seguido de un YoonGi estoico, casi apático, que lo más que hacía era asentir sistemáticamente.

Al llegar al que sería su dormitorio, justo al lado YoonGi reparó una puerta medio abierta. Nunca fue un fisgón, pero no pudo evitar echar un vistazo a su interior, pudo apreciar un cuarto con lo que el llamaría una decoración más que extravagante, una combinación de colores bastante muy llamativa y un montón de artefactos de colección estrictamente organizados. No podía importarle menos la decoración, cada quien, con sus gustos, aunque a decir verdad, le producía un poco de nauseas; aunque, lo que llamaba especialmente su atención no era otra cosa que el estricto orden del lugar. Cada cosa en un punto exacto, correctamente dispuesta y organizada. Brillaba intensamente y olía a limpio. El closet estaba abierto y YoonGi se quedó embelesado, era la representación misma del perfeccionismo. La cantidad de ropa era increíble pero la forma en que los colores se armonizaban entre ellos, los ganchos minuciosamente alineados y cada prenda escrupulosamente doblada. Quien sea que hizo eso debía estar completamente demente, y eso es decir mucho para alguien que recién sale de una clínica psiquiátrica. Eso era lo que YoonGi llamaría otro nivel de locura.

Su mirada absorta en el interior de aquel cuarto se distrajo con la figura de un joven delgado, al parecer menor que el, de tez un poco bronceada y cabello castaño, que salió a medio dormir del baño, frotándose los ojos y bostezado. Llevaba una pantaloneta negra sin ropa interior, e iba por la vida sin camisa, no dejando mucho a la imaginación.

Un HoSeok somnoliento casi estuporoso iba a recostarse de nuevo en la cama cuando sintió unos ojos penetrantes sobre él. Incomodo observó la puerta y se encontró con los oscuros y felinos ojos de YoonGi que lo miraba de arriba abajo. Su mirada era extraña y aguda. HoSeok se sintió vulnerable, trato de cubrir su torso con las manos y más que intimidado regreso al baño. Una vez allí se golpeó la cabeza con su mano.

- ¡Tonto, cobarde! ¿por qué huyes? él es el intruso no tú. Ahora se creerá superior. ¡Estúpido HoSeok!

- Querido ¿pasa algo? ¿estás bien? - YoonGi se había quedado atrás y Sora volvió por él.

Al verlo con la mirada perdida en el cuarto de su hijo sonrió orgullosa.

- Es el cuarto de HoSeok. Lo sé, esta tan limpio, ordenado y colorido que abruma un poco. Ya tendrás oportunidad de verlo mejor y por supuesto de conocer a mi Hobi - YoonGi pensó que esa abreviación era tonta- Es solo dos años menor que tú, aunque su contextura delgada lo haga parecer mucho menor. Espero puedan llevarse bien.

El pálido no respondió, no creyó apropiado decir que seguramente eso nunca pasaría. El chico no era el tipo de persona que encontraba agradable así como él no era el tipo de persona que caía bien y no le importaba hacerlo. El era Min YoonGi y no un niñato sociable y risueño con intención de hacer amigos.

Reverso * YoonSeok * Donde viven las historias. Descúbrelo ahora