Christopher Danvers

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Él no podía estar aquí otra vez, todo parecía una puta broma, un puto chiste malo que se repite una y otra vez en tu cabeza pero cada vez te parece menos divertido, hasta que llega el momento en que en vez de darte gracia te estresa y lo odias. Bueno, eso era Jack Moore.

Todos se dispersaron y yo no tardé en irme de esa pista y perder de vista a Jack y a la chica con la que había llegado al bar. Subí al segundo piso, y me quedé allí la mayor parte de la noche. Esa zona era algo más privada e íntima, había mesas de vidrio y asientos de cuero decorados con telarañas, la zona de la barra era más pequeña.

Me senté en una de las mesas cerca al balcón donde podía presenciar lo que sucedía en el primer piso. Los minutos fueron pasando mientras mi garganta se calentaba por el whisky, y la verdad había perdido a todos de vista hace mucho tiempo, lo único que importaba eran mis pensamientos con todos las posibilidades de lo que pudo haber pasado si no hubiésemos tomado las decisiones que tomamos, pero claro ya era tarde para arrepentirse.

A pesar de estar tan inmerso en esas posibilidades, hubo una sola cosa capaz de devolverme a la realidad... Y eran sus bonitos ojos azules.

Sarah se sentó justo frente a mí en la mesa con un mojito en la mano y sus mejillas ligeramente rosadas, algo que le sucede cuando esta ebria. Se veía perfecta disfrazada del cisne negro, no puedo decir que estaba enamorado de ella, pero sin duda me atraía demasiado. Mientras de fondo sonaba, Murderous Mind, de Dolly Wrigth, Kara Marie Lippett:

- ¿Qué haces aquí? - le pregunté con voz ronca

- Disfruto la vista- dijo haciendo referencia al primer piso

- Pensé que no querías verme

- Halloween es la noche de los pecados

- ¿Un cisne negro y una calavera quemados en el infierno?

- Exactamente

- La oferta me tienta Sarah, pero cuando estes sobria no voy a soportar tus gritos de arrepentimiento- le di un último sorbo a mi trago y ella entreabrió los labios, empecé a sentir como mi cuerpo se calentaba de solo verla.

- Probablemente tengas razón... O tal vez no. - dijo susurrando mientras se acercaba por encima de la mesa a mí, podía oler su perfume, y eso era lo único que necesitaba para prenderme al 100%.

- ¿Estas dispuesta a perdonarme esta noche? - le pregunté susurrando muy cerca de su piel

- Estoy diciendo, que estoy dispuesta a pecar contigo esta noche Christopher. – y esa frase desato todo.

Posé mi mano izquierda en su nuca y la presioné ligeramente, mientras mis labios se unían a los de ella con destreza y fuerza, demostrando así lo que ella me hacía sentir solo con verla. Su lengua se movía enredándose con la mía mientras yo me encargaba de chupar sus labios.

Nos separamos y nos observamos unos instantes:

- ¿Quieres bailar? - le pregunté y ella asintió

- Si, pero en el primer piso.

- ¿No te gusta la pista improvisada en esta área? - le pregunté haciendo referencia a la mini pista detrás de mí cerca al balcón donde había unas cuantas personas, entre esas, Valery y Andrew.

- Digamos que prefiero algo más de ambiente- sonreí

- Vamos- le tendí mi mano la cual ella recibió dichosa y nos encaminamos a las escaleras.

Estaba feliz en ese momento, sin embargo, la vida tiene una manera peculiar de echarlo todo a perder. Y era claro que seguíamos cometiendo errores, como por ejemplo, besarnos unos segundos atrás, bajar cogidos de la mano y sobre todo bajar por esas malditas escaleras en ese preciso momento.

Nuestra Última Oportunidad {Primera Parte}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora