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CAPÍTULO 1: ¡SOY UN SAIYAJIN!

Los chillidos del pequeño saiyajin no tardaron en gobernar la sala de crianza, provocando irritación en los dos alienígenas que lo sostenían.

─¿Tenías que chocar con la cápsula de un engendro saiyajin? ─Uno de los extraterrestres verdes preguntó con reproche a su compañero, que sostenía al alterado bebé.

─¡Tú venías molestando con que me terminé tu crocheta!, ¿era necesario que me empujaras tan fuerte?, ¡por eso choqué con la cápsula de este mocoso! ─acusó bastante enojado el otro, sintiéndose nervioso de que algún saiyajin adulto los descubriera como causantes de romper la cápsula de un preciado bebé de su especie. Para su fortuna, nadie parecía estar cerca.

─¿Y qué hacemos entonces? ─cuestionó de vuelta.

─¡N-no sé! ─Titubeo en sus palabras. Los gritos del bebé eran cada vez más fuertes y comenzaban a ponerlo ansioso─ ¡¿Cómo callo a este niño estúpido?! ─Ya estaba muy irritado.

«¿Niño estúpido? Oye, que tipo tan grosero», pensó el ahora pequeño bebé, callando sus gritos y dándoles una mirada asesina ante tal falta de respeto; las únicas personas que podían decirle eso era su madre, no alienígenas que parecían reptiles desagradables.

Ambos extraterrestres lo miraron sorprendidos y a la vez, aliviados de que se hubiera callado.

─Bueno, ya cerró el pico… ─Los dos reptiles suspiraron conformes. Entonces el que tenía en brazos a Raditz tomó la palabra de nuevo─. Prepara otra cápsula, ¡rápido!

Su compañero asintió y salió corriendo a alistar una cápsula cercana que estaba vacía. De hecho, varías cápsulas estaban vacías debido a la pobre natalidad de los saiyajins, que anualmente se reducía cada vez más.

Cuando el alíen terminó llamó a su amigo para que trajera de una vez al bebé y lo pusiera en la cápsula; luego acomodó un respirador en la cara del menor para luego llenar la cápsula con líquido verde, adecuado para desarrollar al llorón saiyajin.

─Bueno, iré a buscar a alguien que limpie esto, con suerte nadie se va a enterar que casi matamos a un niño… ─Sin más que hacer, los dos se fueron, sin prestar atención al crío de cola marrón.

«Soy… un saiyajin», se repitió a si mismo impactado. «¡Soy un saiyajin! Eso significa que estoy en… Oh pero, ¿qué saiyajin soy exactamente?».

Deseó tener un espejo o cualquier cosa que le diera una idea sobre su apariencia y quién se suponía que era ahora. También se encontraba confundido, ¿por qué renació en Dragón Ball? En un principio se lo atribuyó a su cosplay, quizás los encargados de reencarnaciones, al verlo, pensaron que desearía estar allí.

Negó con la cabeza, no debía pensar mucho en eso, de todas maneras tal vez ni siquiera encontraría una respuesta así que, comenzó a recapitular los hechos.

«Umh, veamos… Morí por hacer un inocente cosplay, luego solo pude ver oscuridad y luego vi una luz, ahora soy un saiyajin, lo cual es genial pero, ¿por qué tengo que ser un bebé otra vez? Empezar desde un nivel tan bajo será difícil… ¡sobre todo si soy un saiyajin! Aunque, también esto puede ser bueno, más tiempo para entrenar». Tener eso en cuenta le hizo sentir emocionado. «Pero, no sé en qué época estoy del planeta Vegeta, no sé cuándo será destruido, es un problema… Ojalá no muera de nuevo, sería una mala suerte si es tan pronto, ¡quiero hacer tantas cosas! Por eso tengo que entrenar, si llegó a ser muy fuerte podré tener una oportunidad de sobrevivir».

Un destello de decisión brillo en su rostro, no estaba dispuesto a morir cuando tuvo la suerte de renacer como miembro de una raza tan eficiente como los saiyajins. Así que empezó a formular un plan.

Bueno, ahora soy Raditz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora