T2: 06

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CAPÍTULO 6: LA BONDAD DE KAKAROTTO.

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Pequeña basura, ¿quién te crees que eres para venir a intimidar a mis hijos? ─Bardock habló con un tono furioso incluso cuando en su rostro no demostraba toda su ira. Su expresión era estoica pero estaba más que dispuesto a quebrar el cuello de Jaco allí mismo en cualquier momento.

Mientras tanto, el patrullero, con el cuerpo devastado y la cara hundida en el suelo, pensó en sus posibilidades… Ahora que tenía al padre saiyajin sobre él, sabía que las cosas se le habían ido de las manos… ¿Su muerte estaba cerca?

En poco tiempo, Gine también había llegado, cansada por volar tan rápido lo primero que hizo fue buscar a sus pequeños retoños con la mirada. Cuando los encontró descendió hasta ellos. Le dio un rápido pero muy afectuoso abrazo a Cerely, y rápidamente se acercó a revisar a Kakarotto.

─¡Dios mío! Mira como te ha dejado ese cobarde… ─Gine estaba al borde de su mente en cuanto vio a Kakarotto herido. ¡Se sentía furiosa! ¿Quién se atrevía a venir a molestarlos, incluso en la Tierra?─. Anda, ven mi pequeño Ka, iremos a casa a curarte.

Entonces, Gine tomó a Kakarotto entre sus brazos. Kakarotto se quejó un poco al principio pidiendo que lo dejara caminar, pero Gine no lo escuchó.

─¡Dale a ese idiota galáctico una paliza por mí! ¡Huh! ─exigió Gine a Bardock, y luego se marchó emprendiendo vuelo con Kakarotto rumbo a casa. Cerely le dio una sonrisa a su hermano Raditz antes de elevarse en el aire también, siguiendo de cerca a su madre.

En medio de eso, Bardock ya se había movido. De pie y levantando al desafortunado patrullero del cuello de su armadura, se dispuso a interrogarlo, no muy amablemente. Raditz también se acercó, sin muchas intenciones de intervenir. Quería ver como avanzaba la situación y si Jaco en verdad merecía algo de su ayuda para zafarse de las garras de su padre.

─¿Quién te envió aquí, patrullero? ─cuestionó, apenas conteniéndose de en verdad asfixiar y terminar con la patética vida del alienígena púrpura de una vez por todas.

Jaco se estremeció del miedo, este saiyajin se veía demasiado intimidante, además de que no parecía ser del tipo que hace caso a los ruegos de piedad. Lo más inteligente que Jaco pudo hacer fue intentar de algún modo responder todo lo que le exigieran, quizás con eso podría encontrar un espacio para convencer al saiyajin de dejarlo vivir al menos.

Aunque Jaco sabía que esa idea era demasiado optimista, quería intentarlo.

─¡Y-yo solo sigo ordenes, señor saiyajin! ¡Soy un patrullero, el Rey Ga-Galáctico me envió, se detectaron naves desconocidas navegando con destino a este planeta… Naves con saiyajins… ─Jaco cantó la información como un pajarito asustado, demasiado nervioso y helado del miedo. Podía sentir la ira del saiyajin mayor en el aire. Era abrumadora.

Bueno, ahora soy Raditz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora