T2: 23

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CAPÍTULO 23: LA CAÍDA DE LA CINTA ROJA.
Primera Parte.

Era una mañana radiante en la remota Isla Canamori

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Era una mañana radiante en la remota Isla Canamori.

En un restaurante de lujo con vista al mar, se encontraban Raditz y Puar. No hace falta decir que el saiyajin se encontraba devorando sin muchos modales un montón de comida exquisita, saciando el salvaje apetito de su estómago.

Varios comensales y camareros solían dar miradas desagradables hacia la mesa donde Raditz comía pero a él no le importó en lo más mínimo, tenía hambre y el dinero suficiente para pagar la comida. Técnicamente no había nada que pudieran hacer al respecto.

─Fuu~ ¡La comida es tan deliciosa! Es mejor que la comida de la Ciudad del Oeste ─comentó Raditz, tomando una servilleta para limpiar molestos residuos de salsa alrededor de su boca.

─¡Es cierto! ─Puar estuvo de acuerdo. Aunque no comía tantos platillos como el saiyajin, había disfrutado su comida mucho─. Pero creo que prefiero la comida casera de la señora Gine.

─Ni me lo digas, también extraño la comida de mi mamá ─Raditz suspiró con nostalgia─. Y creo que extraño los berrinches de Cerely, también las payasadas de Kakarotto… Heh.

Apenas había estado fuera unos días y ya quería regresar a casa. Antes le era fácil irse y dejar a su madre junto a sus hermanos en el Monte Paoz mientras hacia sus propios asuntos, esto a veces le tomaba semanas. Pero de un momento a otro, sentía que se había acostumbrado más a estar con su familia, quizás eso comenzó desde que Bardock se había ido.

De alguna manera Raditz quiso estar presente para llenar aunque sea un poco el hueco que dejó su padre al irse hace más de dos años. Nunca había dejado a su familia por mucho tiempo después de eso.

«¿Qué estará haciendo él?» pensó el joven saiyajin en silencio, pasando a tener una mirada floja, divagando en su propia mente hasta que Puar lo llamó.

─Oye Raditz, ahora que lo pienso… ─comenzó el cambia formas, derrochando curiosidad en su voz─. ¿Qué vas a pedir de deseo cuando por fin reúnas las siete esferas del dragón?

─¿No es obvio? Pediré a la novia perfecta ─respondió Raditz, sonriendo con ilusión─. Una chica que sea hermosa, fuerte y atenta…

─¡¿Qué?! ─Puar quedó atónito ante la respuesta, podría haberse imaginado cualquier cosa pero nunca que el sueño de su salvador fuera tener a la novia perfecta. ¡Eso sonaba tan ridículo!─. Pero Raditz, eso es…

─¿Estúpido? ¿Algo que solo un idiota podría pedir? ─completo Raditz, soltando una risa socarrona. Dio un trago largo a la jarra de jugo de naranja que había pedido antes, cuando terminó, Continuó─. Lo sé, lo sé. Solo bromeo~. Mi deseo es pedir protección mental, para que nadie pueda leer mi mente.

─Oh… ─Puar guardó silencio, pensando en eso con detenimiento por unos segundos. Así que se trataba de pedir un tipo de sello protector para la mente, algo más interesante que una novia ciertamente─. ¿Y por qué no quieres que lean tu mente? ¿Acaso tienes algún pensamiento vergonzoso que no quieres que nadie sepa? ¿Un secreto?

Bueno, ahora soy Raditz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora