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CAPÍTULO 5: UN EXTRAÑO ASESINO PÚRPURA.

El nacimiento de Cerely, hija de Bardock y Gine, trajo mucha alegría a toda la familia

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El nacimiento de Cerely, hija de Bardock y Gine, trajo mucha alegría a toda la familia. Pronto, la pequeña saiyajin se volvió la consentida de la casa, consiguiendo todas las atenciones que quería tanto de sus padres como de su abuelo y hermanos.

Entre la felicidad, el tiempo pasó, y poco a poco, Cerely creció, no solo en estatura, sino que también en poder. Por supuesto, ella no fue la única en fortalecerse.

En un abrir y cerrar de ojos, habían pasado ya cinco años…

─¡Vamos Raditz, consíguelo! ─alentó Bardock, estando a pocos metros de distancia observando dedicada a su hijo.

Raditz, de ahora 14 años, estaba en medio del campo abierto en algún lugar a las faldas del Monte Paoz. Ahora mismo se encontraba reuniendo poder, buscando de cualquier manera liberar el estado que ya hacía más de dos años había estado buscando alcanzar.

El Ikari, aquel poder que su padre había conseguido y ahora buscaba transmitirle mediante un intenso entrenamiento el cual se había extendido bastante debido a la dificultad de soportar y controlar la liberación de poder del Oozaru evitando la metamorfosis natural a mono gigantesco.

─¡AAAAAAH! ─el joven saiyajin gritó por el esfuerzo de atraer todo el ferviente poder de Oozaru desde su interior. Sentía su cola de mono vibrar, como si gozara de un ilimitado poder que esperaba ser aprovechado.

Todo alrededor de Raditz se volvió un desastre. La tierra bajo sus pies tembló y todos los árboles en un radio de varios kilómetros fueron sacudidos por las intensas ráfagas de aire que Raditz estaba provocando mientras buscaba ascender al estado Ikari.

Pronto, el aura traslúcida que se formó sobre el cuerpo de Raditz empezó a encenderse en el ya conocido tono bajo de dorado y sus ojos se tornaron de un color amarillo brillante, conservando los iris oscuros.

─¡GGH-GAAAAAAAAH! ─Con un último grito gutural, el saiyajin de cabellos erizados logró terminar y conseguir llegar al estado Ikari.

Lastimosamente, apenas duró un par de segundos antes de que el Ikari se desvaneciera y Raditz cayera de rodillas al suelo, exhausto debido a la expulsión de poder.

─Ah… ah… ─Raditz jadeó, apenas encontrando fuerzas en sus brazos y rodillas para sostenerse. Su cara denotaba no solo cansancio, sino que también, una gran frustración─. N-no pude… ─se lamentó, apretando los dientes─. Estaba tan cerca pero… ah… Otra vez falle… ¡Ma-maldición!

Bardock miró a su hijo fatigado y frustrado en el suelo. Él sabía que aprender el Ikari sería muy difícil para Raditz, no por el conseguirlo, sino el soportar todo el poder del Oozaru sin recurrir a la transformación.

Bueno, ahora soy Raditz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora