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Omnisciente

(En el pasado)

La tranquila noche se había convertido en un infierno de un momento para otro, fue inesperado, gritos de pena, dolor y batalla.

Gritos de guerra.

La gente huía a esconderse a dónde podían, llenos de terror y pánico, no había piedad para nadie, el aire era pesado de respirar y las cenizas volaban por el aire.
Era un trauma del cual un reino entero no se recuperaría.

Desde la ventana del alto castillo un joven niño de cabellos marrones miraba con miedo y lágrimas en sus ojos.

Miraba como aquel dragón color rojo obscuro volaba sobre toda la ciudad como una amenaza de muerte.
Los rugidos que resonaban por los cielos no ayudaban en nada más que para causar más miedo.

Incluso siendo un niño supo de que se trataba, en todos los reinos su familia era la única que había tenido dragones bajo su control, gracias a estás criaturas ganaron poder.

Y el último dragón que había era aquel que Katsuki domó, ese mismo que ahora parecía solo esperar una orden para destruir todo.

Kujou salió de su habitación lleno de lágrimas, tenía que buscar a su padre, el interior del castillo estaba casi vacío, muchos guardias habían acudido a la batalla y otros simplemente huyeron.

Fue lo más rápido que pudo a la sala del trono, esperando que su padre estuviera ahí.

Se detuvo detrás de un gran pilar al ver que no estaban solos ahí, Katsuki entro a la sala de trono a solas, no necesitaba guerreros que le cuiden la espalda.

— ¡Detén está estupidez! — ordenó el mayor a Katsuki que tenía un gesto de seriedad en el rostro.

Kujou solo miraba con miedo.

— Entrega la corona y te dejare ir — dijo con voz clara — y a tu hijo también — dijo volteando de reojo topando con la mirada llena de lágrimas del menor.

— Mmh... Masaru no mintió cuando dijo que tenía una gran arma, no se refería al dragón, hablaba de ti — la mandíbula de Katsuki se endureció al escuchar eso.

Sabe bien que nunca vieron a una persona en él, siempre fue tratado como un arma.

— Ese par de imbéciles no podrían haber hecho ni la mitad de lo que yo hice — gruñó con furia — todo esto... Soy solo yo — sonrió con malicia — así que dime — llevó una de sus manos a su espalda para tomar el mango de un martillo de guerra.

Por uno de sus lados tenía una afilada estaca metálica mientras que por el otro lado la cabeza del martillo era simplemente mortífera.

Un arma tan larga y pesada que no cualquiera podría siquiera levantarla, Katsuki era diestro con cualquier tipo de arma — entregas la corona... O la tendré que arrebatar de tu cabeza —

El filo de la espada del rey se hizo escuchar en la sala, claro que no estaba dispuesto a entregar su legado, su pertenencia y poder sin al menos dar batalla.

Y Katsuki sin dudarlo se dejó ir con todas sus fuerzas a luchar sin miedo alguno, dispuesto a acabar con la vida de su tío.

Era evidente que ese era su propósito, cada ataque era mortífero, no quería lastimar, quería matarlo.
Para su sorpresa el mayor no se quedaba atrás, daba golpes certeros y más de una vez estuvo a punto de clavar su espada en su contrincante.

Salvaje [Katsudeku] (Omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora