Salvaje [Katsudeku] (Omegaverse)

29.-"Felicidad"

Omnisciente

Denki era el desespero y angustia hecho carne, estaba por comenzar a gritar en desconsuelo. Siguió buscando como loco yendo de un lado a otro con una pequeña pizca de esperanza en su corazón.

Dolía tan solo imaginar no verlo de nuevo, no escucharlo decir cosas sin sentido o ver esa peculiar sonrisa.

Ahora no podía aguantar sus lágrimas, ya ni siquiera lo intentaba, sus ojos ardían en color rojo por la irritación y sus labios temblaban de miedo.

Estaba teniendo un ataque de ansiedad como hace mucho no tenía.
Cómo esa vez en que intentaron abusar a Izuku o cuando terminaron en el bosque luego del horrendo ataque al reino.

Todo el estrés de la espera, todos los malos pensamientos y la tristeza que sintió al verlo irse se acumularon y golpearon como uno solo.
Un muy duro golpe.

Y en todo su dolor, ganó el desespero.

— ¡Kirishima! — gritó lo más fuerte que pudo sin importarle llamar la atención de las demás personas o verse como un loco.

No le importaba en lo absoluto.

Cayó de rodillas llorando, su cuerpo temblaba descontrolado y de forma repentina se detuvo junto con su respiración, parecía estar petrificado.

Sus ojos se abrieron en sorpresa cuando sus oídos reconocieron algo.

— ¡¿Eh?! — escuchó a sus espaldas.
Era la voz de Kirishima.

El rubio no creía en eso del todo, estando en tan mal estado no se sorprendería de estar alucinando en algún sucio truco de su mente.

Giró lentamente la cabeza y su expresión de tristeza y dolor cambió a una de intenso alivio.
Parecía que le habían quitado una tonelada de la espalda.

Vió a Kirishima con esa sonrisa afilada alumbrando su rostro con algunos raspones y suciedad — ¡Denki! — finalmente se sabía el nombre del omega.

El chico dragón estaba sobre una camilla hecha de palos, misma que era cargada por otros guerreros.

La razón era simple, el pelirrojo se había herido durante la batalla y le era difícil caminar así que al final tuvieron que cargarlo.

Aún estando herido, no le importó, se dejó caer de la camilla sin importarle lo que los guerreros le decían.

Denki no se levantaba del suelo, estaba en una especie de trance, en felicidad y al fin sentirse tranquilo.

Kirishima apenas pudiendo ponerse de pie con una sola de sus piernas, ya que la otra estaba aún lastimada; comenzó a caminar cojeando y dando pequeños saltos pero sin quitar esa amplia sonrisa a la vez que reía.

Cayó de frente contra el piso haciendo un sonido hueco con sus cuernos y como si nada hubiera pasado estaba por continuar pero no pudo.

Denki ya estaba sobre él dándole un fuerte abrazo, no sabe de dónde sacó tantas fuerzas para estrujar al pelirrojo entre sus brazos.

— ¡Eres un tonto! —

[...]

Apenas unas horas pasaron del regreso de el rey junto a las tropas, que con gran euforia anunciaron su victoria; y ya estaban celebrando por todo el pueblo.

Vaya que esa gente tenía energías.
Era como una gigantesca fiesta, gente bailando, comida por todos lados, tanto niños como adultos celebrando la victoria de una guerra que en parte nunca fue suya.