'Don't blame me' Taylor Swift
-¡¿Qué?!- exploté, levantando los brazos, sentada desde el suelo- ¡¿Se puede saber qué miráis todos?! ¡¿No tenéis nada mejor que hacer con vuestra vida que mirar a una chica sentada en el suelo de un portal?!
Aquel desconocido enarcó las cejas, alucinando, pero no abrió la boca y yo no sé por qué pero le seguí gritando como una posesa.
-¡Sí! ¿Qué pasa? ¡Estoy sentada, rodeada de maletas y cajas, no me he duchado desde ayer y seguramente huelo fatal pero eso no significa que me tengáis que mirar con esa cara!
Ahora el chico no parecía sorprendido, más bien creo que le estaba haciendo gracia la situación porque juraría que le vi contener una sonrisa y eso no hizo otra cosa que cabrearme incluso más.
Me incorporé de un salto y me puse a unos centímetros de distancia. No me importaba no conocerle de nada, ni lo atractivo que me pareció en cuanto le tuve a mi altura, porque la furia que sentía recorriendo mis venas era tan grande que no sabía cómo no había estallado antes, y al pobre le tocó ser la víctima de mi enfado acumulado.
-¿Puedes dejar de mirarme así?- espeté enfurecida pero el tan solo se limitó a fruncir los labios y cruzarse de brazos como si estuviese ante la rabieta de una niña pequeña.
Me sostuvo la mirada durante unos segundos y cuando vi que no tenía intención alguna de apartarla, me separé de nuevo de él y volví a mi sitio, a sentarme en mi rincón y de vuelta a esperar en el frío suelo.
El rubito no apartó la vista de mí en todo momento y me estaba desquiciando.
"Rubito... me gusta ese apodo"
¿Qué?
"¿Eh?"
Sacudí la cabeza tratando de centrarme cuando, de repente, metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó su móvil.
Le miré extrañada, ladeando la cabeza y aproveché que sus ojos estaban ocupados en teclear la pantalla para darle un repaso rápido.
Era bastante alto, más que yo, pero muy esbelto. Tenía los hombros anchos y los músculos de los brazos se le marcaban lo suficiente como para saber que debía de ir bastante al gimnasio. Tenía el pelo de un color entre el rubio y el castaño y la piel un poco bronceada para ser octubre. Su nariz era pequeña y afilada, al igual que su mandíbula, y los labios gruesos, todo lo contrario a los míos, menuda envidia.
Salí de golpe de mis pensamientos cuando le escuché hablar por el teléfono con una calma increíblemente rara, parecía hasta forzada. Y cuando le escuché la voz, ronca y grave, algo me sacudió de repente, algo que no podía ser para nada bueno, lo tenía muy claro.
-Eh, oye, una cosa- ese fue su espectacular saludo a quien fuera que estuviera saludando- no sé si es el portal correcto...- me miró de arriba abajo de una forma extraña que no supe descifrar- ... pues porque aquí hay una loca sentada y dudo que tu novia viva aguantándola, porque yo llevo un minuto con ella y ya me han entrado ganas de cruzar la calle sin mirar.
-¡Pero tú...!- chillé desde el suelo intentando levantarme torpemente.
"Deja de gritar porque sí que pareces una auténtica desquiciada".
Vale, vale.
Respiré profundamente, tratando de reunir toda la paciencia disponible en mi interior y tuve que hacer el esfuerzo de mi vida por no darle un manotazo a aquel desconocido que ya había pasado a ser el número dos de mi lista de personas más odiadas en el mundo.
El número 1 lo ocupaba Olimpia y dudo que hubiese un ser humano en la tierra capaz de arrebatarle el puesto.
Pero cuando fui a decir algo más (juro que esta vez lo iba a hacer calmadamente) el rubito me chistó y me puso su dedo índice sobre los labios, ordenándome que me callara y eso fue la gota que colmó el vaso.
Le aparté la mano con un golpe seco y solo conseguí que su sonrisa se ensanchara aún más. Mis nervios de repente estaban por las nubes y estaba a punto de matar a alguien y ese chico, asquerosamente guapo e irritante, tenía todas las papeletas.
-Sí, sí- le escuché decir a su interlocutor- hay cajas- miramos los dos alrededor, repasando todas mis pertenencias esparcidas por todas partes- ... sí, es rubia...- está vez me miró a mí de arriba abajo, sonriendo cada vez más- sí, podría decirse que sí...- vale no estaba entendiendo nada, ¿por qué me estaba describiendo?, ¿qué demonios estaba pasando?- Toma- me tendió de repente el móvil, mirándome fijamente- es para ti.
-¿Q-qué...?- me quedé un segundo mirando el aparato, pasmada, hasta que algo me hizo reaccionar y lo cogí para colocármelo en la oreja- ¿Hola?
-¿Leyre?- una voz grave que reconocía perfectamente sonó al otro lado de la línea y no pude evitar abrir los ojos de par en par.
-¿Luke?
Miré a aquel desconocido con desconfianza y muy, pero que muy enfadada. No sé si tenía derecho a estarlo, a ver, la que le había gritado de la nada había sido yo, pero el hecho de que me mirase sin parar de sonreír, con esa sonrisa maliciosa y que me hubiese llamado loca sin apenas conocerme, no jugaba mucho a su favor.
-Sí, soy yo- se rio, lo que hizo que yo me descolocara incluso más, si es que eso era posible- Me ha dicho Jacob que le acabas de gritar...
Parecía extrañado, lógico, así que intenté defenderme.
-Bueno, ha sido él quién me ha mirado con mala cara- protesté lanzándole una mirada de pocos amigos.
-Eh, eh- levantó las manos en señal de protesta- que yo no te he mirado de ninguna forma, loca.
Y ahí estaba otra vez, ese apodo que solo había usado dos veces y que ya odiaba con todas mis fuerzas.
Le dediqué otra mirada asesina y volví a centrarme en mi amigo que estaba todavía riendo al otro lado.
-Ya bueno, ignórale, es que siempre va con cara de creerse mejor que nadie... pero es muy buen chico, te lo prometo- me aseguró.
-Eso lo dudo- afirmé, cruzándome de brazos.
-Tú dale una oportunidad que seguro que te sorprende- suspiró todavía divertido- Le he pedido que te ayude con las cajas porque yo no podía y Blair me ha dicho que Nerea le ha pedido si podía doblar esta tarde. Así que intentad no mataros en nuestra ausencia, ¿vale?
Miré de nuevo a mi derecha y me encontré con la mirada de Jacob recorriendo todas y cada una de mis cosas con el ceño fruncido y los brazos en jarra apoyados en sus caderas.
-No prometo nada- logré decir- Pero gracias por ayudarme, te debo una, en serio.
-No me las des. Dáselas a Jacob cuando acabéis.
Di un pequeño respingo cuando noté el aliento del rubito a mi espalda, creo que estaba intentando escuchar la conversación y no dudé ni un solo segundo en darle un empujón y mandarlo a la pared.
-Bueno, ya veré. Gracias, Luke, eres el mejor.- Y tras escucharle reír de nuevo, colgué y le lancé el móvil al idiota que me seguía mirando de esa forma que me ponía los pelos de punta y me revolvía el estómago a partes iguales.
-Bueno...- carraspeó mientras se pasaba ambas manos por la cabeza- una vez hechas las presentaciones, ¿qué te parece que subamos todo esto para que los dos podamos seguir con nuestras vidas?
Me sonrió de nuevo y le fruncí el ceño lo más fuerte que pude, hasta que caí en la cuenta de una cosa.
-No nos han presentado... Vale, sé que tú eres Jacob pero tú no sabes mi nombre.
Analizó mi expresión durante unos segundos antes de recostarse hacia atrás, apoyándose sobre un hombre en la pared, con los brazos en cruz, y sonreír como un niño pequeño que acaba de hacer una travesura, antes de responderme.
-Yo soy Jacob, y tú la loca, encantado.
Me tendió la mano descaradamente y a mí no se me ocurrió nada más maduro que mirarle con asco, darme la vuelta para coger la primera caja e insultarle con mucho odio.
-Idiota.
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Solo yo #2
Romance*Segunda parte de la biología 'Solos'. El primer libro está en mi perfil* Leyre tiene las cosas muy claras, quiere ser cantante, y no piensa dejar que nada, ni nadie, se entrometa en su camino. Así que, tras una ruptura muy dolorosa y una noticia d...