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'Supermarket Flowers' Ed Sheeran

Continué andando con dificultad hacia la entrada principal, ahora abarrotada de gente.

Tuve que abrirme paso a codazos y cuando me topé con varias personas que no tenían intención alguna de apartarse, no lo pensé dos veces y empecé a chillar como una auténtica loca para que se movieran.

No tenía ni idea de qué era lo que estaba pasando y con cada paso que daba notaba como mi pulso se aceleraba aún más.

Mis piernas avanzaban casi automáticamente y mis ojos recorrían las caras que me rodeaban tratando de localizar a alguien conocido pero no reconocí a nadie.

Al llegar al caminito de piedra que atravesada la puerta, me choqué de frente con dos paramédicos que hablaban en bajo a uno de los lados de la entrada.

Ambos me miraron un poco desconcertados hasta que uno de ellos interpuso su enorme brazo en mi camino para bloquearme el acceso a la casa, a mi casa.

Noté de pronto mi corazón latiendo de forma casi desorbitada y el zumbido de mis oídos cada vez era más potente. Intenté hacerme a un lado, sin pararme a dar ningún tipo de explicación a ese señor que me obstruía el paso, pero no se apartó.

Fue entonces cuando levanté la vista y me encontré con sus ojos enormes analizándome detenidamente y de pronto noté como su expresión cambió por completo.

Pasó de mirarme con confusión y casi con enfado a mirarme con pena, como si se acabase de encontrar con un cachorro abandonado en medio de la calle y fue entonces cuando me quedé sin respiración.

Comencé a agitar la cabeza desesperada hacia los lados.

No podía ser. No podía ser verdad lo que estaba pensando, simplemente no podía serlo.

Traté de zafarme de sus brazos pero el otro paramédico me detuvo velozmente, agarrándome por la muñeca y haciéndome retroceder a mi sitio.

-Usted...- comenzó a decirme el que era más grande y alto de los dos mientras que el otro no dejaba de echar ojeadas hacia el interior de la casa- ¿Leyre? ¿Eres Leyre verdad?

Asentí, asustada. Creo que nunca había sentido tanto miedo en toda mi vida.

¿Por qué sabían mi nombre? ¿Por qué me reconocían? ¿Qué había pasado? Y, lo más importante, ¿dónde estaba mi abuela?

De nuevo el pensamiento de qué le hubiese pasado algo se instaló en mi mente pero me obligué a mí misma a tranquilizarme y apartarlo en seguida porque no podía ser eso. No podía haberle sucedido nada. Todavía no. No estaba preparada.

Pero supongo que la vida nunca te prepara para estos momentos.

-Mi...- comencé a balbucear como pude, sin dejar de mirar a todas partes- mi abuela... ¿dónde...?

El señor que me agarraba me soltó repentinamente y posó ambas manos sobre mis hombros, creo que para tratar de tranquilizarme pero no sirvió de nada.

-Está dentro- se apresuró a decir el otro, pero la forma en la que habló me indicó que algo no iba bien- su prima está también dentro con ella. La acompañ...

Pero no le dejé terminar.

Me escabullí por el medio de ambos y eché a correr con todas mis fuerzas. Recuerdo entrar y subir las escaleras que llevaban al segundo piso, de dos en dos. Recorrí el pasillo en apenas unos segundos y abrí de golpe la puerta.

Me encontré con mi abuela, tumbada en su cama, con los ojos completamente cerrados y de repente toda la energía que había acumulado en la carrera que acababa de dar, se esfumó. Noté como mis piernas fallaban y mi cuerpo me suplicaba que me sentara en cualquier lado antes de caerme al suelo, pero lo ignoré.

Solo yo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora